Capítulo cinco:

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Acción Reacción

Llegué con Freya a la aldea, casas apañadas entre grandes rocas parecidas al coral de los antiguos océanos con pequeñas cascadas de arena, y me llevaron a la casa del jefe de la aldea.

La noche se está acercando. Aquí las noches son muy frías, toma.

Freya me dió una pequeña chaqueta, más bien un suéter. Me senté en una de las mesas sola, y saqué mi cuaderno de dibujo. Noté que Freya estaba todo el rato mirándome, y no podía concentrarme. Por cierto, generalmente suelo hacer pequeños dibujos sobre aquel dragón que tuve de pequeña, o otros basados en él. Hoy estaba intentando dibujar el dragón que ví echar a volar antes pero no conseguía recordarlo del todo bien.

Pero Freya seguía hablando con un chico y mirándome constantemente. Es como si pudiera sentir que estaban hablando de mi.

Me sentí molesta dejando el lápiz que estaba usando en la mesa y lancé una mirada molesta hacia donde estaban Freya y aquel chico susurrando sobre mi. Me estaban mirando fijamente sin ni siquiera tratar de ocultar lo que estaban haciendo.

Como sea.

Dije susurrándome a mí misma. Y continúe con mi dibujo. De lo que conseguía recordar, era un dragón con un aspecto de camuflaje, como la arena del desierto. Sus escamas, sus alas, sus ojos, estaban pintados como el amanecer. Continúe dibujando un rato. Me llegó una fragancia extraña. Me recordaba a mi hermano, era la chaqueta. Alcé la mirada a Freya ya que ella era la que me había dado la chaqueta.

La ví, sonriendo con una sonrisa desafiante. Parecía que sabía la fragancia de la chaqueta.

Ni de broma.

Me quité la chaqueta, la dejé colgada en el respaldo de la silla, recogí mis cosas y me fuí a un sofá que estaba al lado de una chimenea, y estaba alejado de Freya. Cuando dejé la chaqueta, ví su expresión. Ya no sonreía, parecía como si algo hubiese salido mal.

"Esa chica no es de fiar."

Pegué un bote del susto. Por el bote, el amuleto salió de mi camisa, y estaba brillando.

¿Pero qué?

Alguien había vuelto a hablarme de la nada. Inmediatamente procesé lo que oí y miré a Freya, preocupada. Estaba mirando mi collar.

Mierda, ¿lo habrá visto brillar?

Pero relajé mi expresión para que no notase que estaba preocupada. No sé qué significa ese brillo, pero Freya lo ha visto y eso no me gusta nada.

Metí todas mis cosas en mi mochila y fuí hacia Freya con una expresión bastante seria supongo, porque cuando me vió la cara cambió su expresión en cuestión de segundos. Estaba jugando con el chico de antes a las cartas, sentada apoyada en una estantería llena de libros

Dime dónde está mi "habitación"

Ah, cierto. No vas a dormir aquí, dormirás en la casa de Philip.

¿Perdón? Suficiente es que confíe en ti como para que ahora me mandes a dormir a la casa de un tal Philip.

Freya me miró sorprendida y empezó a reírse.

Resulta que hasta ella te ha rechazado, fracasado.

Dijo en un tono de burla pero hiriente de verdad. El tal Philip, era el chico con el que ella hablaba antes.

Me acerqué y le dije:

Mira, me da igual lo que me digas, pero lo cumples. Yo duermo aquí hoy.

El chico, Philip se me quedó mirando sorprendido, para mi sorpresa, Freya también. Pero ella estaba seria.

El Zafiro De NuxvarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora