Capítulo ocho:

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Medusa: La injusticia de Atenea

Conforme avanzamos, el mediodía iba pasando, y el ambiente se volvía cada vez más incómodo. Por lo menos para mí. Ailisha parecía muy tranquila en silencio mientras montaba el caballo. Iba siguiéndola, pero todavía desconfiaba de ella.

íbamos caminando por el enorme desierto, que carecía de un solo oasis. Ante todo, tenía una mano en la tapa de la katana para destaparla en cualquier momento, y una en la cuerda del caballo por si tenía que bajar.

Ni te muevas.

Dijo Ailisha parando su carro repentinamente. "¡Lo sabía!" Pensé en ese momento. Estaba a punto de bajar del caballo, cuando este se paralizó por completo. Es como si hubiese olido el peligro. Entonces, miré a Ailisha pero ni siquiera se había acercado a mí, ni siquiera se había girado a mirarme. Pensé que obviamente era una trampa, pero, entonces ¿Por qué no se movía, y se exponía al riesgo de que yo le hiciera algo?

No sabía qué hacer, así que lentamente acerqué los dedos a la katana para destaparla sin hacer ruido, y aparentemente lo hice.

Que no te muevas te he dicho.

No sabía qué hacer, no sabía si me estaba tomando el pelo, si debía bajar del caballo, si debía correr o debía quedarme allí, paralizada. Pero decidí que ya era suficiente.

Oye, mira, yo no sé que tramas pero no pienso ser parte de ello.

Le dí un pequeño golpe a la cuerda del caballo, indicándole que empezase a trotar. Horrible decisión.
Pero será idiota..

Dijo mientras suspiraba, y yo estaba a menos de un metro de ella. Cuando de repente se me nubló la vista, y de un segundo para otro salí volando. Estaba más de diez metros atrás, en el suelo, y una nube de polvo me rodeaba. Empecé a toser como loca porque casi me ahogaba, y no podía abrir los ojos porque me quemaban.

¡¿Pero qué demonios-?!

Dije nerviosa porque no sabía qué pasaba, si ailisha estaba planeando algo, y lo más importante, por qué había salido volando.

De repente la niebla arenosa se disipó un poco y ví la figura de Ailisha, pero con el pelo suelto. Era larguísimo y tenía un aspecto muy suave, como la nieve. Era brillante y blanco como el hielo, casi transparente. Su cabello estaba al vuelo, sorprendentemente intacto de arena.

Giró suavemente su cabeza, y sin mirarme siquiera,

La próxima vez, diles que te manda Ailisha.

¿Qu-?

No pude terminar ni siquiera la palabra, porque una ráfaga de viento de repente me hizo sentir como si fuese a salir volando, de nuevo. Aparté la cara en la dirección a la que soplaba el viento tapandome la cara con el brazo izquierdo, mientras mi pelo revoloteaba y sentía como el cinturón que abrochaba la katana a mi cintura se soltaba lentamente.

Aunque fueron un par de segundos, se sintió eterno. Cuando el viento cesó, bajé ligeramente mi brazo para solo mirar con el ojo entrecerrado, asomándome. Ví de nuevo la figura de Ailisha, pero esta vez no estaba sola. Había cinco personas más, armadas, con trajes decorados con adornos rojos y naranjas, y no tenían pinta de venir a saludar.

Me levanté de inmediato, y desempeñé la katana, dejando su brillo salir.

¡¿Oye, cuidado, ni siquiera tienes arma, que piensas hacer?!

Ailisha ni se movía, ni me daba una respuesta, ni reaccionaba. Las cinco personas delante de nosotras estaban listos para atacar. Íbamos a morir, y ella se quedaba allí, con su pelo fluidamente volando en el aire en sintonía con el viento, hasta que puso un pie delante del otro, alzó su mano, y como si esperase que algo cayera del cielo, y de repente bajó el brazo de tirón, y una lanza llena de espinas congeladas apareció sujetada por su mano.

Aunque estaba de pie, tenía una posición débil, sujetando la katana con las dos manos y las piernas dobladas. Mientras que Ailisha, seguía con un pie delante del otro, recta como la lanza congelada que tenía en su brazo. Entonces reconocí uno de los sellos que una de las personas llevaba grabada en su hombro, y me quedé paralizada.

¡E-Eremitas!

Dí paso atrás ya que de verdad estaba asustada. En cambio, Ailisha, dió un paso con el pie que tenía delante, y se abalanzó a uno de los eremitas. Este contraatacó elevando su codo para intentar darle en el rostro a Ailisha, pero ella rodeó el cuerpo de el eremita, pasando por debajo de su brazo. Mientras este todavía estaba en el acto de contraataque, sin siquiera haber bajado el brazo, Ailisha lo golpeó en el rostro con la parte inferior de su lanza, sin darle la posibilidad de que bloquease el ataque, haciendo que cayese al suelo. Mientras que allí estaba yo, paralizada pero de piedra después de haber visto lo que Ailisha había hecho.

Tras eso, una de los eremitas trató de golpearle por detrás con una daga, hasta que Ailisha, rápidamente bloqueó el ataque con la parte superior de la lanza, girándose completamente, y con ella también la lanza, que a la misma vez golpeó a otro eremita que trataba de acercarse para atacar. Los dos cayeron al suelo, y con la lanza en la mano, Ailisha se quedó de pie, mirando al suelo, como si sus energías se hubiesen disipado así, de la nada.

Entonces ví el brillo en los ojos mal cubiertos de los dos eremitas restantes, iban a atacar. En un momento de presión, salí del hielo mental que me estaba congelando, paralizandome. Bajé la mirada, a punto de cerrar los ojos, pero antes de hacerlo ví la katana en mis manos. Miré hacia arriba, e incluso después de pensarlo dos veces, empecé a correr antes de que los dos se avalancharan contra Ailisha. Fui corriendo hacia uno de los eremitas, sin pensar en el otro, al verme se sorprendió, creo que no me había visto ya que estaban todos concentrados en Ailisha. Antes de que pudiera reaccionar, derrapé en el suelo. El eremita soltó una carcajada al ver que me había caído, y al volver a mirar hacia el frente, lo único que podía haber visto era el brillo de mi katana golpeándole en el rostro. En fin, un truco viejo pero confiable.

Pero entonces recordé que todavía había una eremita más. Cuando me dí la vuelta, vi a la eremita en el cielo, preparada para caer y clavarle una de sus dagas a Ailisha, ya no podía hacer nada, sentí una punzada en el pecho, era la desesperación. Como último recurso, miré a Ailisha. Estaba sonriendo, con los ojos abiertos

Pero..

Dije sin saber que pasaba.
Cuando la eremita estaba a punto de finalmente caer y clavar la daga, de repente su rostro adoptó un estado sin expresión, y cayó al suelo inconsciente.

¿Qué?

Fueron mis últimas palabras antes de quedarme paralizada sin saber lo que pasaba.

Entonces la lanza de hielo disipó en las manos de Ailisha, y ella levantó la mirada mientras su pelo dejaba lentamente de volar.

Mucho gusto, me alegro de conocerte.

Dijo con una sonrisa. ¿Qué demonios decía, si ya nos conocíamos?
Entonces ví que miraba hacia el frente. Una muchacha de aspecto joven, piel oscura y un cabello sedoso y sutilmente desordenado con belleza marrón oscuro, y ojos verdes tan puros como la piedra preciosa Jade, con ropas sedosas blancas y grises, con detalles verdes y negros, acompañada de un suave relleno blanco, elegante como accesorio en sus hombros, estaba allí, con una expresión seria, y la mano cerrada en puño menos su dedo índice y anular, entre su barbilla y su pecho, como si hubiese recitado algo. Lentamente bajó la mano.

Seguro que allí abajo Medusa te reconoce con tan solo pronunciar tu nombre.

Dijo la muchacha, aparentemente en respuesta a lo que Ailisha me había dicho antes de que siquiera empezara la pelea contra los eremitas.

Hmm, tal vez en vez de Medusa, me esperará Atenea.

Respondió Ailisha

El Zafiro De NuxvarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora