Capítulo seis:

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Juego sin Salida.

Me levanté hecha un desastre. Pero en cuanto me levanté, me sentí en peligro, preocupada por haberme dormido de aquella manera sin siquiera pensar que podría pasar. Me levanté apurada, y me di cuenta de que todavía tenía el pulgar en la punta de la katana. Supongo que después de todo, no había corrido tanto peligro.

Había un espejo cerca de donde reposaba el enser donde descansaba la katana. Apoyé la katana en su sitio, y subí la mirada, con un poco de lástima. Parecía un murciélago a plena luz del día, dormí muy tarde, así que teniendo eso en cuenta, tampoco estaba TAN mal.

Pero tras rebuscar un poco en la habitación para asegurarme de que tengo todo, vi un bonito peine morado y azul, con una especie de flor blanca estrella. Me llamó la atención, era muy bonito para estar ahí. Me peiné y lo dejé en su sitio.

Justo antes de salir, oí el suelo crujir. Por un momento pensé que podía haber sido yo, pero la madera de mi habitación estaba húmeda debido a que las ventanas estuvieron cerradas durante toda la noche, así que tras procesar eso realmente rápido, me aproximé a la katana con mi brazo izquierdo y la cogí sin destaparla.

Pegué mi oreja a la puerta, esperando oír algo, y si que lo oí.

Unos pasos leves atravesando el pasillo, lo cual no me hizo nada de gracia. En cuanto el sonido se perdió en el edificio, me di la vuelta y abrí la ventana. Me daba igual todo, iba a salir de ahí. Me colgué la katana a la cintura con un cinturón que encontré en uno de los armarios.

Al observar por unos segundos que podía hacer, decidí salir directamente por la ventana. Apoyé mis botas en las baldosas del tejado, con un poco de miedo a caerme. Fuí agarrándome de ventana en ventana, hasta que llegué al final del edificio.

No había otra salida más, que bajar por un par de tuberías con aspecto débil sobre una de las paredes.

... Pues, prefiero morir así.

Me dije a mi misma mientras me daba la vuelta y posicionaba para dar el primer paso sobre una de las tuberías.

Eh, estás jugando a un juego sin salida, niñata.

Dos segundos, dos segundos fueron los que me tomó reconocer la voz de Freya. Me hervía la sangre, no soy una niñata. Lo único que quería era bajar y desenvainar la katana, pero no me iba a servir de nada.

Ni siquiera me giré a mirarla, pero podía presentir que me estaba mirando con esa irritante cara desafiante.

¿Qué? Vas a bajar, o ¿Qué?

Todavía tenía el cuerpo sobre el tejado, y mi pulgar en la katana.
Giré poco a poco la cabeza... hasta que mis ojos se revelaron semicerrados. La miré a la cara, y se ve que con una expresión totalmente seria, porque su sonrisa desafiante se desvaneció en cuestión de segundos.

¿Contigo? Mejor que me aplaste un dragón.

Soltó un sonido irritante y empezó a reírse de la nada. Era muy irritante. Me puse de pie, dándole la espalda. Y ella seguía con su horrible risita. Había tenido suficiente, desenvainé la katana sin pensarlo bien.

Giré levemente la cabeza de nuevo.

Si Astaroth es tan duro, ¿cómo es que nadie te ha enseñado modales?

Y en ese momento, no se cómo ni porqué, lancé la katana hacia atrás sin ni siquiera apuntar. Y gracias a dios que no apunté , porque le habría dado. La katana aterrizó justo al lado de su cara, en un montón de paja que acumulaban allí para el ganado.

Cuando me dí cuenta,me quedé de piedra. Me arrepentí al instante, me daba igual haberla matado en ese momento, pero me habría causado muchos problemas. Si en el futuro no puedo controlar mis emociones, podría acabar muy mal

El Zafiro De NuxvarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora