Rencor
No me digas que vivir con rencor es no vivir.
No me digas que vivir con rencor es de una persona que no sabe como dar el perdón.
No me digas que vivir con rencor es porque soy mala persona.
Te juro que lo intento.
Todos los días.
Intento que el rencor se vaya de mí, hago de todo para que eso pase y pueda vivir sin ello, pero no puedo.
Llené mi vaso con veneno de rencor y me di cuenta de que me encanta, el primer sorbo me pareció amargo y se atascaba en mi garganta de lo fuerte que era. El segundo sorbo fue menor el sabor, no era fan, lo juro, pero...
Con el paso del tiempo me hice dependiente, ahora cada sorbo de veneno de rencor me sabe dulce, y cuando no lo bebo siento que me hace falta.
Y sabes que es lo mejor o quizá lo peor...
Mírame, sigo viva y a pesar de que el rencor es parte de mí, me siento bien.