Los Condenados a la noche

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Lugar, año desconocido

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Lugar, año desconocido.

En la noche más oscura de la humanidad, con la guerra apoderándose de cada rincón de los continentes, y la sangre inocente abastecía ríos enteros, un diezmado aquelarre decidió terminar con la contienda que arrasaba con millares de asentamientos humanos cada día.

A la orilla de un rio teñido en sangre, donde los cuerpos flotaban inertes o encontraban un fin más placido, el aquelarre reunió los conocimientos heredados provenientes de distintas partes de los continentes, con el fin de castigar a los hombres de la guerra. Antes del amanecer, con un hechizo de sangre, aquella legión hizo de los magnicidas sangrientos, los hijos bastardos de la noche, y cuando el astro del día retomó su lugar sobre el cielo, estos se convirtieron en mero polvo.

El hechizo les costó sangre y vida, pero el saberse vencedores y traer paz a su gente, calmó la inquietud de la muerte, pero el precio de su sacrificio no fue el deceso.

El hechizo fue de sangre, y el aquelarre ofreció la derramada por los masacrantes; condenaron a los sádicos guerreros a la noche, ofreciendo la luz de su vida; imploraron para terminar la hambruna de sus pueblos, a cambio de su propia carne.

Los hombres de la guerra se tornaron en polvo al amanecer, pero las brujas y hechiceros que una vez estuvieron dispuestos a fallecer por el continente, como resultado del intercambio, sus ancestros, deidades, dioses y entes de energía, castigaron al aquelarre por la desfachatez de su petición, y en lugar de la muerte y el no retorno en la reencarnación, fueron condenados a pagar en carne propia el intercambio.

Sus ancestrales y míticas habilidades abandonaron sus cuerpos, perdieron todo rastro de vida al no ser dignos del sol, sus pueblos dejaron de pasar hambre, pero la agonía de un apetito que no podían satisfacerse se apoderó de ellos, y el líquido escarlata con el que confeccionaron el hechizo, fue arrebatado de sus cuerpos volviéndoles sedientos, obligándolos a buscar ese bermejo, en aquellas vidas que buscaron proteger con su sacrificio, y las vidas arrebatadas de los hombres de la guerra, se volvieron propias, deteniendo el paso del tiempo en ellos.

Al amanecer, el aquelarre se convirtió en aquello que lucharon por destruir; seres desprovistos de vida a los que el tiempo no los inquietaba, entes hambrientos y necesitados de derramar la sangre por la que una vez sufrieron. Existencias que fueron aclamadas, con el pasar de los años se tornaron tabú y horror, incluso, para las personas que una noche protegieron.

Y la fracción de brujas y hechiceros que una vez dio su vida por el bien mayor, tras años de ser señalados y perseguidos, una noche tan oscura y sangrienta como aquella que los transformó, permitió que, su creciente odio hacia la vida digna del sol, liberara el instinto salvaje que por décadas trataron de controlar.

Asecharon, persiguieron y masacraron hasta que su sed fue satisfecha. Noche tras noche, se apoderaron de la oscuridad, y condenaron cientos de miles de vidas humanas a ella, al vislumbrar que no podían concebir nueva vida, cuando no se tiene propia, pero la ponzoña en su sangre maldita, les permitió condenar la existencia de hombres y mujeres, pero justo como ellos conspiraron en contra de los hombres de la guerra, en el temor de su propia inexistencia, su odio despiadado había reunido corazones palpitantes y valientes que lucharon por el mismo objetivo que siglos atrás, ellos protegieron.

Fue entonces que, bastó una noche, para ser condenados a ella, viviendo eternamente sedientos de sangre, mientras los humanos perseguían su triste existencia alejada del astro solar, con el fin de aniquilar su sanguinaria estirpe.

Fue entonces que, bastó una noche, para ser condenados a ella, viviendo eternamente sedientos de sangre, mientras los humanos perseguían su triste existencia alejada del astro solar, con el fin de aniquilar su sanguinaria estirpe

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Nocturno (Ochoa X Messi/Messi X Ochoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora