Mundial 2006: ¿Quién es él?

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ADVERTENCIAS: MENCIÓN DE SANGRE, DESCRIPCIÓN DE HERIDAS, CONTENIDO +17

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ADVERTENCIAS: MENCIÓN DE SANGRE, DESCRIPCIÓN DE HERIDAS, CONTENIDO +17.

Oh, ¿Quién es ÉL?

Un borroso recuerdo

Un rostro inquietante

¿Es ÉL, un abrazo perdido?

Copa Mundial 2006.
Leipzig, Alemania.
Octavos de final.
Argentina VS México.

Sábado 24 de junio.

El clima en Leipzig era agradable; la frialdad del viento deambuló por las partes más altas del estadio alemán, y aunque se perdió entre los miles de aficionados que alentaban entre gritos y cánticos a sus connacionales, aun opacado por la temperatura corporal que emanaba de cada uno de ellos, silencioso, brindó información exacta del estado del partido a aquellos que podían interpretar la esencia de la desesperación, entrelazada con la más pura emoción humana que, exacerbada por la adrenalina, mantenía en cada humano la esperanza de presenciar a su equipo vencedor, y la dicha de aquella misteriosa habilidad, le permitió a un dorsal de la albiceleste, anticipar su llamado al campo.

Ante el inminente empate del encuentro, el desasosiego en su director técnico, le permitió a ese jugador lograr su cometido sin esfuerzo alguno.

Con apenas diez minutos de partido, y el marcador en igualdad de condiciones, tras cuatro minutos del primer gol, el tiempo avanzó veloz, y México, aunque empatado en escasos minutos entre anotaciones, se ostentó como el favorito para la victoria del partido, más no era un escenario que permitiría el Director Técnico de Argentina, José Pékerman, y haciendo uso del ultimo de sus cambios, envió a su debutante mundialista:

—¡Lionel, entras al ochenta! —bramó el estratega sudamericano. El debutante era su única opción, y rogó para que no fuera un error.

Al escuchar su nombre, Lionel comprendió que sus objetivos, obtener minutos en el duelo ante México, y buscar su recompensa en sangre, eran un hecho.

Esa noche, cuando la oscuridad se apoderara de la ciudad, en el silencio de la madrugada tras la victoria de Argentina, Cuccittini bebería del bermejo cálido del capitán de la Selección mexicana, y compañero de club, Rafael Márquez.

El condenado de Argentina, no solía alimentarse de los mortales a su alrededor. Lionel era fanático del misticismo y el anonimato. Nada podía remplazar la maravilla de cazar a la presa que lo desconocía, y saborear cada una de las emociones humanas que provocaba en sus víctimas.

Sin embargo, en ocasiones, era un impedimento, en especial, con el hecho que Lionel solo se alimentaba del carmín proveniente de los mejores donadores, y en definitiva, la sangre hirviendo en la euforia de un futbolista que, apenas seis minutos de partido, anotó el primer tanto para su país. Y, sin lugar para la duda, la sangre de Márquez podría saciar su sed por esa noche.

Nocturno (Ochoa X Messi/Messi X Ochoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora