"𝘠𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘢 𝘴𝘶𝘯𝘧𝘭𝘰𝘸𝘦𝘳, 𝘐 𝘵𝘩𝘪𝘯𝘬 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘸𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘣𝘦 𝘵𝘰𝘰 𝘮𝘶𝘤𝘩".
Relatos cortos sobre estos dos enamorados 💗
‣ › Historia ganadora del primer lugar en los Deluxe Fanfic Awards 2023, categoría romance. Así como...
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Eran simples miradas casuales, pero cargadas de tantos sentimientos que sólo ellos podían entender.
Cuando compartían el mismo salón de clases, no faltaba una mirada rápida por parte de Miles hacia ella. Ese par de segundos en los que clavaba sus ojos sobre esa cabellera rubia eran tan satisfactorios como ver durante una hora su película favorita y era mejor aún cuando ella giraba la cabeza, dejándole ver su agraciado rostro. Ya en este punto, Miles no se molestaba siquiera en ser discreto.
Con Gwen no era muy diferente. A veces, se sentaba en una mesa cercana durante el receso solamente para tener al chico en su campo visual. Podía verlo bromear con Ganke y secretamente decirse a sí misma lo tierno que Miles se veía cuando esbozaba una sonrisa. Solía estar tan ensimismada con esto, que no le importaba perderse la hora del almuerzo.
En las ocasiones en que se encontraban uno frente al otro, sus miradas contrastaban pero a la vez se complementaban, unidas por un mismo afecto férvido. Los ojos de ella, llenos de una luz diáfana que Miles no se cansaba de observar; los de él, con un color tan profundo y suave como su carácter.
Sentados lado a lado en el autobús, y en cuestión de segundos inician una agradable conversación. Entonces ríen y una vez que las palabras se agotan sólo les queda una cosa por hacer. Las pupilas se agrandan, los labios sonríen y las mejillas se tiñen de un leve carmín, mientras que por dentro las emociones resultan inefables por el mero hecho de contemplarse el uno al otro.
Después, sus miradas terminan desviándose, como siempre lo hacen. El tiempo vuelve a correr y la sensación continúa en el interior. Claro, todo se volvería a repetir en el momento adecuado. Gwen podría distraerse viendo su rostro, su nariz, su cabello, la ropa que llevara puesta, ¡vaya ella a saberlo! y quizás Miles podría satisfacer ese capricho de verla sonreír otra vez, valiéndose de sus ingeniosos chistes que en realidad no daban risa.
Porque nunca se aburriría de mirarla, y ella no se aburriría de mirarlo a él.
