Volví a caer sobre él, una vez más. Demasiadas preguntas para mí. Y más por un chico.
Fuimos cogiendo confianza. Demasiada diría yo. Nos insultábamos de coña, pero nada más allá. Pero había algo con lo que no podía: me hablaba de Laura todo el día. ¿De qué me serviría intentar algo con él? Él me buscaba cuando trataba de marcar distancia, y yo lo único que podía hacer era perderme en sus nuevamente, ojos profundos.
Me contaba lo que hacía com Laura. En esos momentos ponía mi mejor sonrisa, cuando evidentemente por dentro era todo lo contrario. Solo de vez en cuando me inventaba cualquier excusa o le sacaba otro tema para que dejara de hablar de ella.La relación fue empeorando, a pique, sin parar. Decidí ignorar esa sensación, pero los trabajos en grupo no ayudaban. Nos tocaba matemáticas y los maestros ponían las parejas. Me pusieron con él, con Raúl. Constantes risas, sonrisas, miradas inocentes que se buscaban. Se respiraba una brisa delicada. Pero no estaba la conexión que nos caracterizaba, había desaparecido.
Cuando te toca hacer un trabajo con alguien -por lo menos en mi instituto- debes ponerte con tu compañero o compañera, entonces estábamos juntos. Y así hasta el siguiente trabajo.
La conexión se iba sintiendo cada vez más, y una flor brotó dentro de mí. Un girasol, uno que siempre miraba a su sol. El mío era él, Raúl. Mi Raúl.Laura y él dejaron de hablar, me alegré. Laura había conocido a otro chico, a uno totalmente opuesto a Raúl. Se le veía triste, y sus ojos pasaron de ser profundos a ser oscuros. Hacíamos videollamadas todos los días, ya que por el trabajo lo necesitábamos. Siempre terminábamos hablando de Laura. Le daba consejos con una pizca de indirectas. Él sentía ese "algo". Eso que siempre nos ha llevado a mirarnos. A mirarnos buscando la mirada de él otro. Mi girasol se hacía cada vez más grande y no me preocupó nada. Es más, cada día lo regaba, lo cuidaba, le daba su alimento. Amaba a mi girasol, y mi girasol amaba a su sol.
Hablábamos por horas, sin necesidad de palabras, solo con miradas. Mil miradas cargadas de deseo. Lo deseaba. Deseaba que esa señal llegara y nos atreviéramos a dar el paso, al siguiente escalón. De amigos a casi algo. ¿Pero qué digo? De casi algo a todo. Mi todo. El sol de mi girasol. Mío
Me preguntaba sobre lo que éramos ¿No se nota? Respondía. Se lo tramaba bien, muy bien incluso. Durante el recreo -o receso como quieran llamarlo- se venía conmigo, sus amigos lo empujaban cuando pasaba, me señalaban diciendo ¿Esa es de la que tanto hablas? No podía evitar sonreír, sonreírle a la vida, a sus colores y a lo que me había otorgado.
Un día empezó nuestra diaria conversación diciendo:
Eh, casi algo ¿Vienes hoy al instituto? Te estoy
esperando para entrar juntos.Sonreí, no podía hacer otra cosa
Justo detrás de ti
Le respondí. Entramos juntos, de la mano. Estábamos en la misma clase y encima uno al lado del otro. Él me decía que no se cambiaría nunca.
Y pasó, quedamos y pasó. Nos besamos, y un par de veces. Incluso más. Nos saludábamos con un beso y nos despedíamos con otro. Quedábamos todos los días, y en todos había besos. Me encantaba, ya no era boquerón gracias a él. Suena un poco raro pero estaba muy orgullosa. Dormíamos juntos. Me había visto reír, recién levantada, dormida, despeinada, enfadada, triste. Pero claro, no éramos nada.Laura volvió, estaba distante, hablaban, ya no quedábamos todos los días. Menos besos, menos abrazos. Eso ya se había convertido en una costumbre. Me conocía su casa como la palma de mi mano, y él la mía también. Ya no iba a su casa y cuando iba se enfadada, un beso, nada -nada para lo que me daba cuando éramos algo en serio- . Le revisé el móvil, algo que me arrepiento, me encontré lo peor. Se decían cosas que no se deben de decir los amigos, como él me tenía entendido.
Entonces me pregunté ¿Te importe o sólo era para que ella volviera? Corté toda relación que tuviera con él, ya no hablábamos.
Y ahí es cuando a veces... Me imagino que hubiera pasado.
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A veces...
Teen FictionUn diario personal en el cual podremos encontrar preguntas comunes en la adolescencia. El primer amor. Ese del cual todo el mundo habla. ¿Y tú? ¿Ya lo descubriste? Entonces ¡Este libro es para ti! ¿A qué esperas?