A veces... Cuando no estas me aburre lo demás

5 1 0
                                    

Estaba mejor. Más a gusto conmigo misma, me sentía viva de nuevo. Ya no pensaba tanto en Raúl ni en Laura. Solo en mí y en mi futuro. Me gustaba pasar tiempo conmigo misma; salir a comer sola, ir a dar un paseo sola... Esas cosas que a una le puede parecer aburrido, pero cuando lo haces es la mejor sensación del mundo. Conectaba conmigo. No necesitaba a nadie más para estar bien. "No importa la cantidad, si no la calidad" Esa frase era clave en mi vida. Solo yo tenía el mérito para ser de calidad ante mis ojos.

Los veía todos los días, ya no me afectaba tanto. Aunque los tortolitos ya no se hablaban mucho, siempre estaban juntos. Antes veía el agujero de mi pozo nublado, inalcanzable, oscuro. Ahora se veía con más claridad, más luminoso. Mi vida no tenía ningún propósito. Me corrijo. Yo no quería que mi vida tuviera ningún propósito, pero si un objetivo: olvidarme de él.
No quería que mi vida tuviera ningún propósito, quería que fluyera como tuviera que fluir. Que pasaran las cosas que tuvieran que pasar. No me gustaba apresurarme a los acontecimientos. No podía dirigir mi vida, porque al final nunca surgía lo que quería. Me gustaba como estaba, así tan calmada. Con la marea baja, la brisa fresca y el sol reluciente.

Entonces, para este punto de mi vida, ya no sabía lo que era querer a alguien. Sabía lo que era enamorarse. ¿Pero querer a alguien? No me lo había planteado. Ni me había dado cuenta de nada. Todo había pasado tan rápido. Hace nada no lo conocía, y ahora éramos extraños con recuerdos en común. Con muchos recuerdos, inocentes e inmaduros. Me gustaba cuando me comía con la mirada, o me decía lo mucho q me echaba de menos. Pero lo que mas me gustaba eran sus tonterías. Con él siempre me reía. Siempre estábamos riéndonos. Era un circo. Siempre tenía un chiste nuevo que contar, o alguna anécdota graciosa que ofrecer. Lo echaba de menos, reírme por horas hasta que me doliera la barriga de tanto hacerlo. Echaba de menos reírme y escuchar como él también lo hacía y me miraba por un buen rato apreciando mi sonrisa. Eso era lo que más echaba en falta.

Me volvió a hablar por su ruptura, entonces hablábamos todos los días. En el instituto y por el móvil. Pero ya no me gustaba, le hablaba porque nadie lo hacía. Y parece que él se divertía. Entonces me pidió que fuera a verlo a un partido, acepte. Conocí a los jugadores de su equipo, volví a ver a su familia, a sus vecinos y vecinas. Todo era como antes, claro, ya no estaba enamorada. Eso hizo que nuestra amistad se reforzara hasta el punto de ir a cada uno de sus partidos, de salir todos los días -como amigos-. Seguía siendo gracioso. Llegó un punto en el cual me di cuenta de que a veces... Cuando no estás me aburre lo demás

A veces...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora