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— Sana, ¿Quieres un chocolate? — ofreció Tzuyu en voz baja, estaban en el supermercado, y la góndola de las golosinas había llamado su atención. — ¿Las alucinaciones comen chocolate?

Ella no era de cosas dulces, le gustaban más las cosas saladas, pero la rubia a su lado parecía que era lo opuesto a ella, por eso le había preguntado.

— Mmm... Quizás alguno dulce, dulce como los labios que anhela, de alguien que espera.

— Bien, te llevo el de frutilla.

Sana sonrió ampliamente, sus ojitos se hicieron dos líneas y sus mejillas se colorearon de rosa.

Tzuyu llegó a la caja registradora, metió todo en su tote bag sin ningún cuidado, salvo por ese chocolate que dejó para el final, para que no sea aplastado por los cinco paquetes de ramen instantáneo ni por la coca cola de dos litros.

— Son lindas las tardes de sol — dijo Sana, eran casi las seis de la tarde y el sol empezaba a bajar, siendo más cálido y dorado. —, la luz se siente como un abrazo al corazón.

— Lo que tú digas, Sana, no me gusta mucho el sol. — dijo Tzuyu, pasaron junto a un banco libre, una mitad estaba a la sombra de un árbol, la otra estaba frente a la luz del sol, sin pensarlo dos veces, fue hacia allá y se sentó, soltó un suspiro pesado cuando pudo dejar la bolsa de compras en el suelo y relajar sus brazos un momento.

— ¿La palidez de tu piel, será igual a la friadez de tu ser?

— No creo que "friadez" sea una palabra. — replicó Tzuyu.

— Buscas excusas gramaticales, para evitar tus verdades existenciales.

— No te daré tu chocolate. — Tzuyu negó.

Sana rió por lo testaruda que estaba siendo Tzuyu, la menor no quería verla porque se veía muy bonita y muy real a la luz del atardecer, demasiado, al punto en que casi se lo creía.

Para intentar creer que aquella joven hermosa a su lado no era real, aventuró con su mano a tomar la de la rubia, se sorprendió cuando sintió aquel cosquilleo en la punta de sus dedos.

Sana bajó la vista hacia la mano de Tzuyu, abrió sus dedos para engancharlos en los de la castaña, atrapándolos en su manito, mucho más pequeña en comparación con la de la menor.

— Si hubiera una forma de abrazar en diminutivo sería tomarse de las manos, así que permíteme abrazarte hasta que tus dolores estén sanos.

Tzuyu soltó una pequeña risa-suspiro.

— Esa fue una buena rima, Sana, podría usarla en algún poema. — Sana solo asintió, con una sonrisa tranquila, mientras miraba sus manos unidas con una sonrisa en su rostro. — ¿Estás aquí para que pueda volver a escribir poemas o por algo más?

— La respuesta está en tu corazón-

— Sana, no me contestes con una rima.

— Temo decirte sin miedo, que no puedo.

Tzuyu suspiró, llevaban semanas juntas, más de un mes, las rimas de Sana era algo que lo tenía más o menos acostumbrado pero cada tanto tenía esos pensamientos de que si se podía callar de una vez, porque tantas rimas la volvían loca.

Ella no era una persona que hablara mucho, y menos con otras personas, pero apreciaba que Sana estuviera a su lado para darle charla, solo le gustaría que no hablara todo el día en versos y que pudieran tener una conversación normal.

Quizás así se sentiría más normal.

Por más que estuviera hablando con alguien que no existía.

𝐑𝐇𝐘𝐌𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ─── satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora