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Sana terminó de ordenar la librería, barrió lo último de polvo que quedaba de las visitas del día, alineó los libros que estaban desacomodados, bajó las persianas, y giró el cartel en la puerta a "Cerrado" para que nadie la molestara mientras cerraba la caja, contando cada billete.

Iba a más de la mitad cuando la puerta se abre, el cascabel suena y ella ahoga un insulto por la interrupción, al alzar la vista ahí estaba Chou Tzuyu, aquella escritora de poemas que había presentado su libro más temprano, y que se había ido antes que su compañera sin explicaciones.

— ¿Se te olvidó algo? Estoy por cerrar. — dijo, intentando no sonar molesta.

— ¿Por qué no hablas en rimas?

— ¿Qué? — Sana frunció el ceño.

— Eso, que por qué no hablas en rimas, como hacías antes. — preguntó la castaña, respiraba muy agitada, como si hubiera corrido todo el camino hacia allí, estaba despeinada y cubierta de sudor.

— Eh... ¿Porque no se me da la gana? — replicó, Sana odiaba las preguntas tontas y tenía una paciencia muy corta, por algo trabajaba en una librería, donde podía estar tranquila y leer todos los libros que quería, y no la molestaban con preguntas tontas. — ¿Qué soy? ¿Una payasa para niños para hablar en rimas? ¿O el Doctor Seuss? Tú eres la poeta aquí, tú deberías hablar en rimas, yo solo trabajo en una librería y estoy por cerrar así que si no se te ofrece nada por favor vete. — Sana intentó ser amable desde el fondo de su corazón, no creía que había tenido un mínimo de éxito en calmarse pero no le importaba, haría que la escritora se fuera más rápido.

Tzuyu frunció el ceño, suspirando confundida, primero por la actitud de Sana, y segundo por la falta de la repitencia de las últimas sílabas de las palabras.

— No eres la misma Sana... Luces y suenas como ella, pero es tan raro escucharte sin las rimas.

— Oh, ¿De verdad quieres una rima? Cinco, por el-

— Mira... Sé que esto será muy raro, ¿Sí? — Tzuyu intentó calmarse, alzando sus manos, la rubia dejó de hablar, sus mejillas estaban rojas de furia, sus labios que juraba haber besado antes se apretaban con molestia. — Pero en los últimos... Ocho u nueve meses, he estado viendo a una persona que es idéntica a ti, ¡Sana! — Tzuyu vio el nombre nombre en la placa del uniforme y sonrió, con más alivio de lo que creía, era Sana, se llamaba Sana, igual que Sana. — Mismo nombre y todo, ahora esta Sana, mi Sana... ¡No es real! Lo supe todo este tiempo, porque hablaba con rimas, todo el tiempo, ¡Todo! ¡Ella me ayudó a escribir los poemas de este libro! Te lo juro, pero bueno... Esta mañana yo dejé a mi Sana en mi casa para que me esperara porque ella no era real, nadie la podía ver y entonces me iba a distraer un montón hoy en la firma y todo, así que no la traje... Pero te vi a ti y creí que eras ella, pero ¿Qué más da? Yo te había invitado a ir más tarde a la firma... Ya estabas aquí y si eras parte de mi imaginación bueno, estaba difícil que pudiera controlar algo así porque de todas formas nunca controlaba cuando tú aparecías, pero te hablé y luego me di cuenta que no rimabas al hablar, pero me di cuenta de eso después. En realidad... Me di cuenta muy tarde... Porque tú si eres real y las personas si te ven, y por eso no hablas en rimas, porque eres real.

>> Y cuando llegué a casa a ver a mi Sana, ¡Ella ya no estaba! Y ella siempre me habló de que no estaría por siempre y ahora creo... ¡Creo! Que es porque encontré a la verdadera y real Sana, que eres tú, y como ya te encontré en la vida real mi Sana desapareció y ya- ... Ya no la veo, es más, no es que no la veo es que no existe, ¡Nunca existió! O eso creo... Ya ni estoy tan segura. Y lo sé pero por un momento creí que sí pero no-

Sana tenía el ceño fruncido, mirando de arriba a abajo repetidas veces a la castaña que gesticulaba nerviosa con sus manos y se notaba realmente desesperada.

— Por favor no llames a la policía, me puedo ir por las buenas — dijo la castaña, al ver que no tendría ningún resultado, dándose cuenta que de verdad, estaba sonando como una loca. —, bueno adiós.

— Adiós~ — canturreó Sana sin más, haciendo una expresión de alivio inmensa, aquella escritora tan joven y guapa parecía que era toda una loca.

Tzuyu la miró con decepción, soltó un suspiro, y se marchó de la librería.

— Vaya loca de mierda... con razón es escritora. — murmuró Sana, y tuvo que volver a contar el dinero de la caja.

Una vez terminó su turno, y ya pasadas las ocho de la noche gracias a una escritora con posible demencia o algún efecto de alguna droga media fuerte, Sana estaba a punto de comenzar a caminar hacia su casa, pero sentada en la banca de afuera de la librería estaba aquella chica de nuevo.

— ¿Qué pasa? ¿Vas a decir algo más sobre "la otra Sana" o si me vas a hacer soltar unas rimas como si fuera una rapera o algo así? — preguntó, un poco cansada.

— No — Tzuyu se levantó de la banca, hizo una reverencia hacia ella. —, quería disculparme, en serio lo siento, sé que debí sonar como una loca y debes pensar que lo estoy. — murmuró Tzuyu, Sana asintió. — Y lo siento, prometo que no tengo ningún problema mental ni nada, en serio. — Tzuyu sonrió un poco, volviendo a levantar la vista, intentando sonar creíble. — Quizá fue todo un sueño muy raro... Y muy largo, disculpa por haberte asustado así.

Sana suspiró levemente, asintió un poco.

— Está bien, no pasa nada, acepto tus disculpas, no intentaste apuñalarme y algún día esto será una anécdota muy divertida. — admitió encogiéndose de hombros.

— Tienes razón. — dijo Tzuyu. — Para disculparme... Quería darte uno de estos, eran los chocolates favoritos de la... Otra Sana. — dijo, mientras le extendía un chocolate de frutilla que la rubia tomó, sonriendo. — Se lo había comprado para ella cuando salí de casa pero ahora no se lo podré dar por... Obvias razones.

— Bueno, quizás no somos tan distintas con esa Sana rara de la que hablas, también son mis chocolates favoritos. — admitió, su paladar era muy dulzón, prefería las cosas dulces antes que las saladas. — Gracias, estás perdonada por ser una rarita.

— No hay de qué. — Tzuyu sonrió un poco por lo último. — ¿Te molestaría si te acompaño hasta tu casa? ¿Vives muy lejos?

— Estoy a pocas cuadras de aquí, está bien si me acompañas. — Sana se encogió de hombros, comenzando a caminar. — Así que dime... ¿La otra Sana hablaba con rimas? ¿Cómo así? ¿Todo el tiempo?

— Todo el tiempo rimas y recursos poéticos, todo el tiempo. — Tzuyu rió al recordarla, ahora su imagen parecía más lejana, más borrosa. — Era muy desesperante al principio pero luego se me hizo costumbre... Creo que fue todo un sueño muy raro, y extrañamente realista.

— Debe ser porque eres muy creativa seguro. — comentó Sana. — O quizás bebiste de más anoche.

— Sí o quizás era alguna viajera a algún universo paralelo... Quién sabe...









Fin

𝐑𝐇𝐘𝐌𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ─── satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora