Capítulo 8

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A la mañana siguiente...

Azul esperó a Brandon en la puerta del colegio por mucho tiempo, intentó llamarlo, pero automáticamente la enviaba a la casilla de voz; minutos después, tocó el timbre de inicio de clases y se resignó a entrar sola.

Al entrar al salón, se sentó en la parte de al fondo donde solía sentarse con Brandon, para que nadie más ocupara el asiento del susodicho, colocó su mochila en él y esperó a que ingrese el profesor de ciencias sociales.

Cuando dicho profesor está ingresando, nota que alguien lo seguía detrás, llevaba puesto una sudadera gris con capucha y el pantalón del uniforme de la escuela; con la posibilidad de que aquella persona fuera Brandon, levantó la mochila que apartaba el lugar del castaño. Cuando aquel chico se fue acercando a los asientos, se dio cuenta que no era Brandon, sino... Nic.

«No me había dado cuenta que él tampoco estaba...», pensó Azul, observando disimuladamente a Nic.

La clase había empezado hace una hora y Azul no despegaba su mirada de la puerta.

«¿Por qué no habrá venido hoy?; ahora que lo pienso, no sé mucho sobre su familia o no me he atrevido a preguntarle, ya que nunca tuve la oportunidad de hablar sobre cosas familiares o "profundas" por así decirlo», pensó Azul, cuestionando la ausencia de Brandon.

-[...] para finalizar, todos tienen plazo hasta pasado mañana para rellenar ese formulario sobre su test de personalidad y a lo que piensan dedicarse cuando terminen la secundaria -indicó el profesor, sosegado.

-¡Hay no, profe!. -Vociferaron en coro sus compañeros-. ¡Es muy poco tiempo para pensar!

Aquellos reclamos, hicieron que Azul salga de sus pensamientos en un sobresalto y preste atención en su clase.

-Los exámenes de admisión de las universidades, empezarán el próximo mes, después del concurso de dibujo y del paseo escolar, así que tienen que rellenar el formulario a tiempo, para que elijan el examen de la carrera que van a postular.

«¡¿Qué?!, ¡Ni siquiera sé que me gusta, mucho menos a lo que me quiero dedicar en el futuro!», pensó Azul, aterrada.

A la hora del receso; Azul permaneció en su salón, ya que tuvo que ponerse al día con la tarea de ciencias sociales que no había escrito, a causa de sus pensamientos. Después de unos minutos, se le acercaron casi todo el grupo de chicas, entre ellas, Evelin, hija única de los directores y le dijo con un gesto egocéntrico:

-Azul, ¿podemos sentarnos a tu lado?; que bueno que ese pusilánime que se sienta a tu lado, no haya asistido hoy, siento lástima por él cada vez que lo veo.

Las otras compañeras que la rodeaban, rieron con gestos burlones.

«¿Quién se cree para llamarlo pusilánime?», pensó Azul, fastidiada.

-No te lo tomes a mal Azul; tener a personas enfermas como él, mancha tu reputación, deberías pasar más tiempo con nosotras, podemos hacer las tareas juntas y también hacer pijamadas -pronunció Evelin, interesada por su respuesta, mientras quitaba la mochila de Azul para sentarse en el asiento de su compañero.

Azul, sintió un pequeño nudo en la garganta por aquellas palabras.

-¿A... qué te refieres con "personas... enfermas"? -preguntó, confundida.

-Escuché por ahí que desde hace años, toma antidepresivos por culpa del idiota de Nic, pero esos medicamentos no le hacían efecto, así que empezó a tomarlo en exceso; el año pasado, un compañero que estudiaba con nosotros, lo vio un día convulsionando cerca de su casa, por suerte llamó a la ambulancia a tiempo y lograron salvarlo -contó Evelin.

-Es un maldito cobarde, aún no entiendo por qué se deja golpear por ese bastardo -comentó una de las chicas.

-Es un completo gallina ese debilucho -opinó Evelin, haciendo mofa de él .

«Mordaces subnormales», pensó Azul, frunciendo el ceño.

-Evelin... este asiento está ocupado y no me interesa estar en su grupito. -Volvió a acomodar la mochila en el asiento del castaño, mientras las observaba disgustada.

-No te creas la gran cosa por ser hija del alcalde; si te gusta estar cerca de idiotas, entonces adelante -expresó Evelin con desdén, sujetándola del brazo.

-Además... ambas sabemos que estás al lado de ese enfermo por lástima o quizás te... -Fue interrumpida por Azul-.

-Brandon es mi amigo y no estoy a su lado por lástima -aseguró, liberándose bruscamente del agarre de Evelin.

[...]

Al concluir las clases, Azul estaba esperando a su chofer fuera de la escuela, en eso, la subdirectora se le acerca con "El libro estudiantil".

«Demonios... viene con el libro de asistencias», pensó Azul, preocupada. «¿Qué se supone que le diga cuando me pregunte por el castaño?, si ni siquiera sé dónde está».

-Azul, ¿podemos hablar un momento? -preguntó, afablemente.

-Sí, dígame subdirectora -respondió, intranquila.

-¿Sabes por qué Brandon no ha asistido hoy?

«¿Qué le digo?», pensó la pelinegra.

-Tenía que salir por un asunto familiar, no me dio tantos detalles, pero me dijo que le explicara su inasistencia cuando la viera -excusó.

-Eso me alivia querida; este año no había tenido ninguna inasistencia, me preocupé cuando no lo vi hoy porque pensé que había vuelto a ser como era en los años anteriores, sin embargo, este año es más activo en las clases y más sociable.

Azul permaneció callada, intentó procesar lo que le había dicho la subdirectora, pero la bocina del auto que venia a recogerla la interrumpió.

De camino a casa, Azul se encontraba absorta; aquellas cosas que le dijeron sobre Brandon, la dejaron muy confundida y lo peor era que no sabia si creer lo que dijeron los demás o mejor escuchar la versión de él.

«Brandon...¿Cómo eras antes de conocernos?, ¿Es verdad todo lo que dicen sobre ti?», pensó Azul, con la cabeza apoyada en la ventana del auto.

Ángel al CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora