Capítulo 12

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La puerta de dicho lugar sonó, a lo que ellos se separaron de un sobresalto.

-Chicos, sé que el amor trae felicidad, pero este lugar no es para besarse, si quieren, pueden hacerlo afuera de la escuela o... al final de cuarto bote de basura que se encuentra en una de las esquinas de la cancha de futbol, ahí no pasa casi nadie -dijo la enfermera con los brazos cruzados, mientras le guiñaba un ojo.

Brandon y la pelinegra se sonrojaron al escuchar a la enfermera; Azul se sentó en la camilla, mientras que él se alejó y se sentó cerca de la puerta.

La enfermera sacó un termómetro y se le acercó a Azul murmurando:

-Tu novio es muy tímido.

-No... él no... es mi novio -respondió, tartamudeando.

-Ya veo... lo siento; siempre veo a adolescentes saltándose las clases para venir aquí y besarse -expresó la enfermera, algo avergonzada.

La enfermera le midió la temperatura, Brandon y Azul acordaron no hablar sobre lo que pasó en la enfermería y volvieron juntos a clases.

[...]

Eran las tres de la tarde y las clases se habían acabado, la campana sonó y todos guardaron sus cosas para irse a sus respectivos hogares; Azul y Brandon terminaron de guardar sus cosas y se dirigieron a la salida, en eso, la subdirectora llamó a Azul.

-Espérame afuera, seguro es por lo de la mañana -le dijo con una pequeña sonrisa, a lo que él asintió.

Cuando Brandon salió afuera, decidió ir a esperarla dentro del auto, sin embargo, se dio cuenta de que el auto de Azul no estaba.

Pasaron cinco minutos desde que Azul fue a conversar con la subdirectora, mientras tanto, todos esos minutos, Brandon se la pasó buscando el auto de Azul, en eso, ve que ella se estaba acercando.

-Pez azul ¿Cambiaste de auto? -preguntó él-. No lo encuentro por ningún lado.

-Cierto, no te conté -respondió ella, cabizbaja-. Hoy nos vamos solos, mis padres se fueron al sur por asuntos políticos y se llevaron a Sergio para que los transporte hasta allá.

-En la mañana, tenias una mirada apagada y triste ¿Tuviste una pelea con tus padres por eso?.

-No... fue por eso -murmuró ella-. No quiero hablar de eso.

-Está bien, te entiendo. -Se le acercó y puso una mano en su hombro-. Pez azul; siempre estaré para escucharte, si quieres llorar, puedes hacerlo ante mí, sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa, no dejes que nada ni nadie, suprima tus emociones.

-Muchas... gracias, castaño. -Sus lágrimas empezaron a caer-. yo... no me siento bien...

Brandon no quiso forzarla a decir algo que no estaba segura; inconscientemente, aquella mano terminó empujándola hacia él, haciendo que el amistoso consuelo se transforme a un cálido abrazo.

«Azul, lo que menos quiero es que en tu mundo hayan tristezas, es la segunda vez que nos abrazamos, sin embargo... estoy volviendo a sentir esa calidez y ternura de la primera vez», pensó Brandon, mientras la abrazaba. «Tu aroma es... dulce, no puedo explicar a qué hueles exactamente, pero ese aroma que desprende tu cuerpo, es... único».

«Brandon... tu pasado es una incógnita para mí, pero no me molesta, me importa más el Brandon del presente», pensó Azul, mientras lo abrazaba. «Gracias por ser mi... "Killa"».

Después de unos segundos más, se separaron, a lo que él le propuso:

-Si quieres te puedo acompañar a tu casa y luego me voy.

-Bueno... -Empezó a jugar con el cierre de su casaca-. Antes de ir a casa, quería ir a... un lugar.

-Te acompañaré.

-Está bien, pero no preguntes a donde vamos, cuando lleguemos te darás cuenta -dijo Azul con las manos sudorosas.

Ambos subieron a un autobús y se dirigieron al centro del pueblo; él nunca preguntó a donde irían, sin embargo, no dejaría que fuera sola.

Al llegar al lugar, Brandon entendió un poco la actitud de la pelinegra, antes de entrar por aquellas paredes con rejas, Azul le preguntó, dudosa:

-¿Me acompañas a ver a un ser querido?, hoy es su cumpleaños... así que... -Fue interrumpida por Brandon.

-Vamos. -La tomó de la mano y entraron juntos al... cementerio.

Llegaron al sitio donde su ser querido estaba enterrado y ambos se colocaron frente a la tumba.

-Abuela... -dijo ella con una mirada nostálgica-. Feliz... cumpleaños.

Ella sacó un pañuelo de su mochila, se puso en cuclillas y limpió la lápida de su abuela con cuidado. Brandon estaba junto a ella sin decir ninguna palabra, en eso, la mano de la pelinegra lo jaló y ambos se sentaron en el césped, frente a la tumba.

-Lo siento por traerte sin decirte nada, pensaba que si te decía, no ibas a querer acompañarme -dijo ella, apenada.

-No pasa nada -respondió con una sonrisa de lado-. Así que... hoy es el cumpleaños de tu abuela.

Azul dio un gran suspiro y dijo:

-¿Te acuerdas cuando te conté que mi madre me llevó a la casa de mi abuela cuando tenía cinco años?. -Levantó sus rodillas y las abrazó para consolarse a sí misma.


Ángel al CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora