⇀Long live the king!
Gritó a la vez que hacía una reverencia burlesca. Él rey por la furia aprieta el mango de la espada
⇀Larga vida al rey...
Las maldiciones existen...
El destino fue roto por aquel beso hace tiempo atrás... Y ahora ellos escriben su propio destino…
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La mañana llegó y con ello una nueva noticia, el ladrón había sido atrapado siendo de alivio para muchos comerciantes y sintiendo justicia los que fueron afectados.
En la alcoba más retirada del castillo un pequeño gruñido salió.
⇀Maldicion... Me duele todo el puto cuerpo...
Y así iniciaba el día de aquel habitante de aquella habitación, poco a poco se fue levantando hasta quedar en una posición de noventa grados y estirar sus extremidades. Al ya estar relajado llevo sus manos a su rostro, al tenerlas enfrente las aprecio mejor, una más pálida que la otra y como las garras afuera. Suspiro con pesares para posar ambas manos a cada costado.
Con pasos perezosos se dirige a un viejo armadillo donde saca un par de prendas color azul marino. Las admira por unos segundos.
Una serie de imágenes pasan por su cabeza provocando que hiciera una mueca de ascó que poco a poco se convirtió en un gruñido de satisfacción. Por unos breves segundos.
El sabor a hierro invade su paladar lo que provoca que lo regresen a la realidad y él asco lo invada. Cierra los ojos para poder relajar su estómago revuelto pero lo único que obtiene es recordar aquellos gritos de súplica por aquella desconocida. Su respiración se vuelve pesada hasta que se logra oír como es que entrea y sale de su boca.
O como odia su vida…
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Los rayos del sol entraron por las pequeñas rejillas del calabozo llegando directamente al rostro de un peliplateado que se entraba recostado sobre los barrotes.
Una leve briza choca con su torso desnudo y una mueca se forma en su rostro, estira sus brazos hasta que se oye un pequeño tronido por parte de sus huesos. Ya despierto se levanta de su lugar y camina por toda la orilla del calabozo hasta llegar al cuerpo de una joven que se encontraba mal vendada pero que aún respiraba.
La noche anterior en el momento que la presencia de alejó, él con rapirez se dirigió a la ya moribunda joven, cómo pudo la auxilió y al final el quedó dormido por el cansancio.
