Astaroth
Estaba ansioso, eufórico, desesperado y aburrido mientras seguía esperando sentado sobre mi trono de ébano, alto e imponente, contemplando a mi alrededor esa tiniebla roja y negra, jugando con mi serpiente que se paseaba por mi mano izquierda y sobre mi cuello sin ninguna preocupación. Sentado a mi derecha estaba Puchi, mi leal y mejor amigo dragón infernal.
A lo lejos escuchaba el grito de alguna que otra alma, seres y espíritus vagando por aquel sitio infernal y el de mis legiones acatando mis órdenes.
Solté un soplido y me quité a mi serpiente del cuello para enrollarla entre mis dedos y nudillos. La miré mientras ella se arrastraba entre mis dedos.
Solté un nuevo soplido, dejé caer mi cabeza hacia atrás y escuché que Puchi hizo lo mismo.
-Que aburrimiento- resople.
-¿Que no tienes que acudir a alguna invocación o algo?
Su voz tan gruesa retumbó a mi alrededor, sacándome de mi estado de paz y aburrimiento.
-Cómo a quinientas- cerré los ojos.
-¡¿Y luego?!
-Que tengo algo más emocionante y divertido que hacer hoy, que atender una invocación...
-... quinientas.
Mire a Sargatanas.
-Eso.
Negó con lo que tenía como cabeza. Lo mire con el ceño fruncido y me acomode en mi trono tan acogedor.
-¿Dónde está el perro de tres cabezas con alas?
-¿Nebiros?- lo ví con una ceja alzada afirmando a su pregunta -. Ah- le quitó importancia al tema con una extremidad de su cuerpo -, lo de siempre, gobernando sobre sus espíritus.
Ahora lo mire con ambas cejas alzada.
-¿No deberías de estar haciendo lo mismo?
-Puede
Lo mire con los ojos entrecerrados.
-¿Qué haces exactamente aquí Sargatanas?
Me miró de reojo, con un par de ojos de todos los que tenía y camino de un lado a otro, dejando una niebla y aura negra a su alrededor, Puchi se enderezó a mi lado sentándose e imponiendo.
-Vigilándote- contestó por fin.
Solté una carcajada que resonó a mi alrededor, chocando con aquellas paredes rojinegras adornadas con exquisitos canecillos y adornos de ebanistería que construyen parte de mi castillo, alrededor mi trono.
-El subordinado vigilando al duque- dije entre risas -, amaneciste con almas nuevas para tu colección de espíritus para andar tan gracioso.
-Yo nunca bromeó Astaroth
-Pues está fue la excepción
-Hablo enserio
-Yo igual
Deje de reír, mi víbora seguía jugando y arrastrándose sobre mi brazo izquierdo que descansaba en un reposabrazos de mi trono.
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Paraíso Terrenal © #1
FantasyUn Príncipe coronado del Infierno, el Gran Duque de los ojos color dorados. Un Ángel de la Sabiduría y los Secretos con la mirada azul zafiro. Y una bella flor corrompida por un mundo de oscuridad. ¿Qué relación tienen con ella? ¿Por qué sienten ese...