—Hoy es el día mi niño. —Mencionó una mujer que vestía un elegante vestido de terciopelo y sonreía dulcemente a su hijo mayor mientras terminaba de acomodar su traje.
—Ya no soy un niño, mamá. —Murmuro con cierta vergüenza—, ya tengo quince.
—Para mi siempre seras mi niño, Aries.—Respondió con una sonrisa serena aquella mujer de cabello color oscuro como la noche.
—¡hoy es el día!
Entró corriendo una linda niña pequeña de cabellos azules y tonos turquesa, ojos del mismo color semejante al agua cristalina y vestía un tierno y delicado vestido lila.
—Así es, Pi, hoy es el dia. —mencionó el mayor—, juraría que estas más nerviosa que yo.
—¿Cuál será tu don?. —Preguntó sin más rodeos la pequeña—,¿Qué tal... Volar?, oh, oh, oh, ya se, controlar la nieve. —Mencionaba todos los posibles futuros poderes de su hermano mayor, eran tantos que era imposible mencionar todos.
—Eso nadie puede saberlo, Piscis, ni siquiera yo. —Rió con ternura a la pequeña que tenía en brazos y que ella abrazaba como si fuera su regalo más preciado.
—Aries tiene razón, mi pequeña, nadie lo sabe. —sonrió la madre de ambos acariciando el cabello de su hija más pequeña, cuando sonaron las campanadas indicando que ya era hora—, pero, estamos a punto de descubrirlo.
Los tres bajaron listos para la ceremonia y, aunque Aries no lo admitía, realmente estaba nervioso, nervioso de decepcionar a su familia y a su pueblo, nervioso de no tener un poder lo suficientemente bueno para proteger a sus once hermanos menores y nervioso de no lograr ser un rey digno algún día.
—Piscis, vamos cielo, debes ir a tu puesto. —Mencionó la mujer cuando la niña corrió disparada a las piernas de su hermano mayor, dando un fuerte abrazo que hizo que Aries se detuviera abruptamente.
—Pi, debo ir allá arriba pero luego podemos jugar. —Dijo una vez que estaba a la altura de la pequeña y correspondía al fuerte abrazo que ahora ella le estaba dando.
—Te amo hermano mayor. —Susurró la menor con una sonrisa angelical que podía derretir a cualquiera y Aries no era la excepción, esas preciosas palabras provenientes de aquella hermosa niña la cual era su hermanita lo hacían perder todo temor, si tenía a sus hermanos a su lado el podía superar cualquier obstáculo.
—También te amo, princesa. —sonrió levantandose y haciendo una reverencia hacia la pequeña como si de toda una reina se tratase ya, era su saludo de hermanos especial.
Después de aquel momento el se dirigió hacia donde estaba su padre, el monarca del Reino, solo que esta vez con mucha más seguridad.
—Aquí viene. —Susurro por su parte la pequeña junto a sus hermanos que miraban igual de expectantes que ella.
—Shh, no dejas escuchar, Pi.—dijo en un susurro igual su hermano mayor, Escorpio.
Todos los hermanos estaban ansiosos y, aunque por "educación" no podían gritar y festejar el gran logro de su hermano mayor, claro que lo harían más tarde, en una fiesta improvisada en donde solo ellos eran los invitados, nada de etiquetas absurdas que seguir.
—¿prometes servir al pueblo y a la familia con tu don, sin importar lo que suceda?.—Preguntó su padre, el patriarca de uno de los Reinos más ricos en magia de todas las constelaciones, un hombre bondadoso con apariencia noble, siendo esta unos ojos azules zafiro con cabello rubio como el oro.
—Lo prometo solemnemente.
—Esta llave aguarda tu futuro don y con ello tu futura responsabilidad, abre la puerta.
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Un Mundo Nuevo [Saga Zodiacal 1]
Adventure。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆ -¡Desearia irme lejos de aquí y nunca más volver! ○ ○ ○ Un deseo que sabía no podría cumplirse, siempre lo había sabido, pero las esperanzas ganaron en aquel corazón dulce y frágil -No hagas nada de lo que puedas...