Rueda del tiempo y de la luz

Capítulo 5 : Recuerdos y bastardos

Lucerys y sus hermanos rebotaban en el carruaje mientras este atravesaba la ciudad de Desembarco del Rey. Habían pasado años desde que alguien había visto la Fortaleza Roja y todos estaban emocionados, aunque el segundo príncipe había estado en silencio durante todo el viaje.

Al menos pudieron traer a sus dragones con ellos esta vez después de rogarle a su madre. Había sido la sugerencia de Aegon en su última carta a Jace preguntándose si a todos les gustaría cabalgar juntos en algún momento durante todo este desastre de reunión familiar.

Lucerys sabía que este camino aún lo llevaría a este desafío: su legitimidad como heredero de Driftmark. Lord Corlys todavía había resultado herido en sus batallas en el mar y su estado había sido cuestionado por su hermano, Vaemond. Aunque Lucerys ya sabía que su fuerte abuelo superaría la fiebre y recuperaría la salud, todos los demás se prepararon para lo peor. Su aparente desaparición haría que las acusaciones recayeran una vez más en el reclamo del príncipe y, a su vez, en el honor de su madre.

Esta no era la parte con la que Lucerys quería lidiar. Odiaba las miradas y los susurros, la palabra 'bastardo' tan fresca en sus labios mientras miraban su cabello castaño y sus ojos oscuros. Era como si sus rasgos fueran su propia marca para sufrir como la cicatriz de Aemond.

Pero, ¿cómo cambiarían los eventos de esta vida? Sabía por dentro que era un poco mayor que los cuatro y diez años, pero sentía la inquietud en la boca del estómago como lo haría un niño.

Los carruajes se detuvieron en el patio de la Fortaleza Roja y las puertas se abrieron a los felices suspiros de los hermanos reales cuando anunciaron a su madre. Pero en lugar de ser recibido por un solo señor, Lucerys se sorprendió al encontrar una vista familiar y extrañamente acogedora.

Aegon y Helaena esperaban en los escalones con sonrisas de satisfacción en sus rostros. Aegon todavía parecía el borracho astuto que siempre sería, pero al lado de su esposa se mantenía relajado y había una calidez en sus ojos lila que Lucerys nunca había visto antes. Helaena, a su lado, estaba encantada y saltó emocionada hacia Rhaena para abrazarla con fuerza. Su intercambio estuvo lleno de bienvenidas y esperanzados deseos de que su estadía fuera larga. Lucerys observó cómo Aegon caminaba torpemente hacia Jace y le ofrecía la mano solo para ver cómo su hermano mayor lo rodeaba con ambos brazos. Fue sincero y se dio cuenta de que sorprendió a su tío mayor.

Eso era algo que el príncipe más joven no esperaba en absoluto. Tal vez la amistad de Aegon y Jacaerys se había vuelto más profunda de lo que pensaba.

"Hermana", dijo Heleana en voz baja mientras se volvía hacia Rhaenra y tomaba sus manos entre las suyas, "la familia te da la bienvenida y espera que tu viaje haya sido bueno. ¿No hay cambios en la rueda?

Lucerys entró en pánico y desvió la mirada mientras su madre solo miraba desconcertada por la extraña frase.

"Nuestro viaje fue tranquilo y estamos contentos de estar nuevamente entre la familia. Pensé que también veríamos a tu madre.

"Lamentablemente, actualmente está lidiando con una reunión del consejo, pero le envía su bienvenida a través de nosotros. Ella solicita que te llevemos a ti y al Príncipe Consorte a ver a tu padre mientras el día aún es joven... la condición del padre ha empeorado, y ella sabe que querrás estar con él tanto como puedas".

Los ojos de Rhaenyra se entristecieron y se dio cuenta de que estaba luchando contra los pensamientos sobre la mortalidad de su propio padre. Suavemente, le dio unas palmaditas a la mano de Helaena y la atrajo a un suave abrazo. Ambos se abrazaron durante un tiempo hasta que parecía que sabían que necesitaban alejarse y ponerse a trabajar.

"Una vez que te lleve ante el rey, puedo llevar a Rhaena conmigo para que vea a su hermana en mis aposentos, mientras que Aegon puede encargarse de tus hijos", se rió Helaena e hizo un gesto para que su esposo se alejara.