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Su matrimonio con Lucille era feliz y estable, eran una familia casi perfecta

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Su matrimonio con Lucille era feliz y estable, eran una familia casi perfecta.

El no se podía quejar de la vida que tenía, un buen trabajo, una esposa amorosa y un increíble hijo que cada vez crecía más.

Esa noche dejo a su cachorro con su madre y abuela, iría a una cita con su esposa, como acostumbro a hacer desde el comienzo de su matrimonio, porque los sábados eran de ellos dos.

Paso a la florería más cercana a comprar un ramo de rosas, tal como le gustaban a ella.

Y fue a su casa dónde vio a su esposa corriendo detrás de un pequeño Theo semidesnudo

—¡Porfavor Theo deja de correr!—Su esposa pedía ayuda a gritos así que interceptó al pequeño niño y lo atrapó

—¡Papá no me quiero bañar!—Reprocho su cachorro

—Gracias mi amor—Las dulces palabras de la castaña lo hicieron sonreír

—Pero cachorro si no te bañas mañana no abra hotcakes de desayuno¿Y que va a hacer mamá con todos esos deliciosos hotcakes?—Exclamo viendo la cara del niño abrir su boquita sorprendido

—¡Si me baño!—Lo ayudo a bajar y dejo que entrara al baño, observo el rostro cansado de su esposa y paso una mano por su cabello

—Yo lo baño querida, tu alístate—Le ordenó dándole una sonrisa tranquilizadora

—¿Si podrás?

—Claro que si, Estás hablando con Miguel Díaz.

Ella lo miró con una sonrisa y se retiró a su cuarto a arreglarse.

En lo que bañaba a un inquieto Theo por un momento vino a su mente la vez que dejó flores a Robby.

¿Que tan diferente hubiera sido mi vida si estuvieras conmigo? ¿Sería más feliz?

Suspiro cuando le tocó secar a su cachorro y empezar ponerse su ropita para que su madre no preocupara cuando llegará, llevo a su hijo a su cuarto

—Theo—Lo llamó— Saldré con Mamá, Vendrá tu abuelita a cuidarte, Te portas bien, no quiero quejas

El niño de cinco años asintió obediente sacando sus carritos para jugar, abandono la habitación para ir a la suya encontrando a Lucille poniéndose una cadenita de oro con un pulpo de dije

—Te vez hermosa—Ella vestía un vestido Rosa palo,con unas solapas blancas y un moñito negro adornando el área del cuello

—Oh Miguel, me asustaste!—Exclamo La Omega sobresaltandose, a lo que el acercó para depositar un suave beso sobre su frente

—¿A dónde te apetece ir?—Pregunto dejando que ella decidiera

—Quiero comer, La Señora Thompson me recomendó un lugar—Dio la idea mirándolo fijamente

Tu Dolorosa Carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora