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—¿Puedo quedarme a dormir contigo? —esta vez había sido Jeongin quien había dado el primer paso ante la alegre mirada de Chan

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—¿Puedo quedarme a dormir contigo? —esta vez había sido Jeongin quien había dado el primer paso ante la alegre mirada de Chan.

Apenas entró a la habitación de Chan, se acostó y encendió el televisor, el menor se le unió después de abrazándolo y acariciando su cabello tiernamente.

El mayor después de unos minutos apagó el televisor y suspiró duro, se acomodó para ver a Chan a los ojos.

—Quiero contarte —le dijo apretando más el abrazo donde se encontraban.

—Sabes que no tienes que forzarte a hacerlo —le dijo el castaño, acariciando su espalda suavemente.

—Pero quiero hacerlo.

—Entonces te escucharé sin juzgarte.

—Bueno... Sabes, yo era muy joven y muy estúpido también, yo salí con alguien un tiempo, era un hombre mucho mayor que yo y me gustaba presumir.

Se calló al ver el silencio de Chan, pero al ver cómo este lo miraba atentamente escuchándolo prosiguió.

—Sonará estúpido, pero amaba como las chicas me envidiaban por salir con él, al principio todo fue muy bien, más que bien. Él me compraba cosas, me invitaba a restaurantes lujosos, me llevaba de paseo en coche y era como vivir en un sueño, en esos momentos me sentí como la persona más afortunada del mundo.

—Y entonces...

—A él también le gustaba humillar, al principio él solía llamarme puta cuando lo hacíamos, a él se excitaba al hacerlo de esa forma. Yo he oído de personas a las que los insultos les parecen placenteros, sin embargo, a mí no me gustaban, pero no me quejaba cuando me llamaba puta, perra o zorra, porque él me gustaba, así que sólo lo ignoraba. Después empezó a golpearme, me abofeteaba la cara o el trasero muy fuerte al punto de dejarme moretones. ¿Sabes? Él era grande, en ese sentido, me entiendes, ¿no?

Chan asintió sin cambiar su rostro serio.

—Al principio fue bien, lo hacía suave y placentero, pero cambió y había veces en los que no me preparaba ni dejaba que yo lo hiciera y dolía mucho. Cuando se lo comenté a él no le importó, al contrario, empezó a hacerlo más fuerte y más doloroso, ya no sólo me pegaba, sino que apretaba mi cuello. Él tenía una manía por verme sufrir y llorar, decía que le gustaba y excitaba mi rostro lloroso, pero yo tenía mucho miedo y quise dejarlo, él se enojó mucho cuando se lo dije.

Chan notó cómo el cuerpo del mayor empezaba a temblar y lo abrazó más fuerte.

—Ese día no sólo me golpeó, también me violó e intentó matarme, yo no podía moverme, él me había golpeado muy fuerte con sus puños. Yo también lo golpeé, pero no era tan fuerte, entonces sólo dejé de moverme y resistirme, y él sólo estaba ahí violando mi cuerpo y ahorcándome con sus manos.

Jeongin contuvo las lágrimas hasta que Chan lo abrazó más y le susurró al oído.

—Puedes llorar, yo estoy aquí, nunca voy a hacerte daño.

—Puedes llorar, yo estoy aquí, nunca voy a hacerte daño

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El tamaño sí importa ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora