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—De verdad que me gustaría que mis hijos dejen el teléfono al menos un rato

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—De verdad que me gustaría que mis hijos dejen el teléfono al menos un rato.

Jessica dejó caer su cara en la mesa, viendo por el rabillo del ojo, a su pequeño, no tan pequeño Chan; quien se encontraba sentando en el sillón de la sala, sonriéndole, como si se le fuera la vida en ello, a la pantalla de su celular.

—Lo jóvenes de hoy, se la pasan dentro de ese mundo lleno de tecnologías que ya no conviven con los demás —dijo Amy, apoyando a su amiga. Dejó los trastes sucios en el lavadero y miró hacia la puerta de la habitación de su hijo mayor, quien no hacía nada regresando de la escuela, más que encerrarse y usar la computadora, en que sabe que cosas por el resto del día.

En serio que ambas mujeres, tenían que hacer un esfuerzo muy grande, para que sus hijos dejaran el celular, mínimo a la hora de comer.

—Ni que lo digas —Jessica le dio la razón.

—Sí, sólo mira a Jeongin, apenas los saludó, no tiene en cuenta que vienen pocas veces al año a visitarnos y se encerró en su habitación.

—Así son los millenial's de hoy.

—Mamá, ya terminé mi maleta para ir a acampar —una pequeña niña llamada Yuna, apareció con una mochila colgada en su espalda y abrazó a Amy.

—Yo también, mamá —dijo un pequeño viendo a su madre, su nombre era Bang Lucas, el hijo menor de Jessica.

—Entonces sólo hay que esperar a que sus papás lleguen con la comida para irnos —dijo Jessica—. ¿Chan, seguro que no quieres ir?

El menor la ignoró, siguiendo revisando su celular.

—Chan, te está hablando tu madre —le habló Amy.

El menor también la ignoró, pero la mujer no se atrevió a decir nada sabiendo que su hijo era igual o peor.

—Chan —volvió a decir Jessica, esta vez consiguiendo la atención de su hijo.

—¿Qué paso? —preguntó algo molesto, el joven de cabellera castaña.

—¿Qué si estás seguro que no quieres ir?

—No, mamá, vayan ustedes —dijo aburrido—. No me gusta acampar y no hay Internet, ni señal ahí, mejor me quedo.

—¡Aish! —exclamó ella—. ¿Qué voy a hacer contigo, Chan?

Mientras que Jessica seguía lidiando con su hijo, Amy se levantó de la silla y se dirigió a la habitación de Jessica y tocó la puerta esperando no molestarlo.

—¿Vas a ir sí o no?

—No, mamá, ya te dije que no, cierra la puerta —le respondió el menor desde el asiento del escritorio, con la frente fruncida, al parecer estaba jugando.

—Pero vamos a ir en familia, nos divertiremos mucho.

—Mamá, tengo que pasar al siguiente nivel o PuppydeJinnie me quitara el primer lugar.

—Pero eso es sólo un juego y nosotros somos tu familia.

—Esto es más que un juego para mí, porque nunca me entiendes —dijo haciendo un puchero.

—Está bien —aceptó la mujer resignada, nunca pudo comprender al menor y siempre trataba de evitar pelear con él.

Cuando volvió a la sala, su esposo ya había llegado y estaba moviendo las cosas que habían preparado, hacía la camioneta.

—¿Y Jeongin? —preguntó su esposo.

—No quiere ir —dijo.

—Estos niños —resopló rendido el hombre—. Bueno, vámonos, ya será para la próxima.

Ambos terminaron subiendo al coche, no le agradaba la idea de que su hijo se quedara solo en casa, y aunque estaba Chan, ninguno de los dos era confiable.

—De verdad odio que no convivan —dijo Jessica—, estoy harta del Internet.

—Tengo una idea —habló el esposo de Jessica—. ¿Dónde están los fusibles de la luz?

—Justo ahí —señaló Amy a la pared de su casa en un punto específico—. ¿Qué vas a hacer?

—Les voy a dar una lección —dijo y salió del coche caminando hacía la pared y bajándole a la palanca de luz, entonces cuando todo dentro de la casa se apagó regresó corriendo a la camioneta—. Arranca.

—¿Pero y si se asustan? —preguntó Jessica.

—Al menos estarán horas sin internet.

—Bueno, eso sí.

La camioneta arrancó, con los Yang y los Bang, excepto los hijos mayores, y se fueron sin que pudieran escuchar, el grito de Jeongin.

Se fueron sin que pudieran escuchar el grito de Chan y Jeongin.

—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

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¡Mierda, no hay internet! ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora