Capítulo 3

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CAPÍTULO 3.

Cuando Mariel entra en el baño, su dolor de cabeza aumenta y oye voces en su cabeza que no entiende del todo por qué, vienen de muy lejos.

Se refresca la cara con agua, cuando en el espejo ve reflejado una criatura pequeñita que está volando. Mariel da un chillido, pero nadie la oye, puesto que los baños están lejos de los pasajeros. Marcus espera a que se tranquilice, pero Mariel cree que está viendo visiones.

-¿De dónde vienes tú?-Pregunta Mariel aterrada.

Marcus no sabe si cuando él hablé, ella gritara aún más fuerte o se tranquilizara, pero de todas formas, él tiene que hablar.

-Vengo de un mundo diferente a éste, mucho más mágico y bonito.

Mariel era soñadora, pero ver a una criatura mágica, era demasiado y eso no podía ser un sueño, aun así ya se había tranquilizado y decidió seguir hablando con él como si nada pasara.

-¿Cómo has venido hasta aquí?

-Pues a través de tu cabeza.

-No me lo creo.

Aunque ahora su dolor de cabeza había desaparecido. Todo era muy extraño.

-Pues no encuentro otra explicación.

-¿Y quién eres tú para venir desde mi cabeza?

-Soy tu ángel y por eso puedo volar.

-He oído hablar de vosotros, pero nunca creí que existierais.

-Pues, Mariel, has de saber que todos nosotros existimos y cuando alguien nos necesita, ayudamos desde el interior de tu cabeza, pero ahora nosotros necesitamos tu ayuda.

-Estás diciendo que como tú me ayudas, ahora tengo que ayudarte yo a ti.

-No solo a mí sino a todo el mundo mágico.

-¿Y qué debo hacer?

-Eso aún es pronto para saberlo, de momento lo que tienes que hacer es venir y aprender de nosotros, te servirá mucho de ayuda.

Mariel no se creía lo que su presunto ángel le decía. Cada vez estaba más convencida de que eso era un sueño y nada más.

-¿Y cómo vamos a llegar hasta allí?

-Pues muy fácil, si yo he llegado desde tu cabeza, ahora tenemos que llegar desde mi cabeza.

-Lo siento, no puedo ayudaros. No me sé meterme en las cabezas de la gente.

-Mi cabeza no es como las demás. Solo tienes que pensar en mí mucho y ya está, te encontrarás allí. Venga, inténtalo.

Mariel cerró los ojos para intentarlo, pero no sabía qué decir en su cabeza porque decir “mi ángel” todo el rato no funcionaba.

-Oye, ¿tienes algún nombre?

-Pues sí, yo me llamo Marcus.

 

Corazón de NirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora