Corazón de Niris

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Corazón de Niris.

CAPÍTULO 1.

El curso empezaba y Mariel lo sabía, después de haber ido todos los días a la piscina con Nuria y no hacer deberes, ni prestar atención a las clases, dentro de 2 días todo volvía a empezar. Habían sido sus mejores vacaciones y le daba un poco más de pena empezar de lo normal, aunque ella se acostumbraba rápido.

Le disgustaba levantarse temprano, al contrario con llegar a clase y aprender. Era una chica estudiosa y soñadora.

Su pelo castaño con bucles se esparcía por la almohada, estaba descansando, pronto llegaría su padre con la comida del día y tenía mucha hambre. En ese momento, Mariel se dio cuenta de que tenía que hacerse la maleta, por la tarde partían hacia Madrid, donde vivía ella en realidad. Estaban en Andorra, donde había muchísimas tiendas de ropa, complementos, accesorios; y Mariel había ahorrado bastante dinero para comprarse ropa allí, se lo había recomendado su mejor amiga Nuria, a la que le encantaba la moda.

Nuria siempre iba al instituto con ropa nueva, no es que fuera rica pero su madre trabaja en una tienda de ropa y siempre le hacen descuentos. ¡Ésta Nuria es una suertuda!

Mariel se levantó de la cama y cogió su libreta de Agatha Ruiz de la Prada donde se había apuntado todo lo necesario para llevar en la maleta: ropa, bolsos, zapatos, crema solar, toallas, bikinis, libros, peines, móvil, accesorios para el pelo, dinero, recuerdos de Andorra… Un montón de cosas se tenía que meter, menos mal que tenía dos maletas bien grandes. Empezó a meter todo cuando oyó el timbre de la puerta.

¡Ring!

Inmediatamente fue a abrir, sabía que sería su padre y no se equivocaba. Un hombre con camisa a cuadros, pantalón vaquero y mocasines entró cargado de bolsas con comida.

-Hola, papá. ¿Has hecho ya la compra para todo el mes?

-Sí, estos días tendré bastante trabajo y no podré ir a hacer la compra.

-¿Me dejarás sola en casa? No me gusta mucho.

-Lo siento, cariño, pero eso es lo que tendré que hacer, ya sabes que no tenemos a ningún amigo en Madrid.

Resopló y ayudó a su padre a cargar con las bolsas hasta la cocina. Hoy iban a comer canelones porque su padre no sabe cocinar muy bien y le habían  dado el día libre a la cocinera.

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