Hoy es nuestra última noche en Daegu, gracias a que JiMin estaba más animado decidimos salir a despedir nuestras vacaciones con los chicos, es decir, TaeHyung y JungKook.
Ambos sabían que había pasado en la casa de los señores Park gracias a mí, el lindo rubio prefiere omitir el tema mientras no sane y, sinceramente, está en todo su derecho. De alguna forma ese día perdió a sus padres, así que necesitaba recuperarse del golpe.
Él está duchándose, en tanto termino de arreglarme tranquilamente, iremos a un club en el centro de la ciudad, al principio la idea no me convencía mucha porque no estoy acostumbrado a la multitud de gente.
De hecho, hace seis meses ni siquiera aguantaba la cercanía de dos personas al mismo tiempo, pero como ya es costumbre cedí ante los encantos de mi lindo novio.
Busque algo presentable para ir a uno de esos locales, solo me baso en lo que JiMin dijo que podría servir, por lo que supongo que esto estará bien.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Daddy? — escuché su dulce voz a mis espaldas.
Me giré admirando su lindo cuerpo mínimamente cubierto por una pequeña toalla en sus caderas.
Su piel canela brillaba gracias a las gotas de agua, su cabello húmedo caía sobre la frente, su mirada risueña se paseaba de arriba a abajo por mi cuerpo.
Pequeño sucio.
—¿Te gusta bebé? — me acerqué a él lentamente.
Mi deliciosa presa
—Te ves muy lindo— abrazó mi cuello y yo pose mis manos en la tela sobre sus caderas. —Y muy mío también— acarició los chupones que hizo hace algunos días con una gran sonrisa en el rostro.
—No me mires así cariño— le advertí rozando nuestras narices.
—¿Así como daddy? — río aun acariciando las marcas.
Me encanta que sea tan juguetón.
—Como si quisieras comerme bebé— nuestras miradas no se despegaban.
—Es porque quiero hacerlo— susurró en mis labios sensualmente.
Joder, Park ha aprendido mucho.
—¿Qué hora es? — pregunté agravando mi voz.
—Tenemos tiempo suficiente— su voz apenas se escuchaba. —Daddy— habló en mi odio.
—Dime pequeño— acerqué nuestras caderas rozando las crecientes erecciones debido a la expectación.
—Te quiero en mi boquita— después decir eso mordió el lóbulo de mi oreja.
—Tienes permiso bebé— tomé una de las manos que estaba en mi cuello y la guie a mi entrepierna.
