PARTE UNO

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NUEVA YORK, VIERNES 20:30 PM

Nueva York resplandecía como cualquier otra noche, las personas caminaban por las calles con normalidad, todo estaba en calma en la ciudad o al menos en esa sección.
En el barrio la Bronce, en el Bar Paradise dónde se hacían peleas clandestinas dos alfas salían agitados hacía el callejón del lugar, el primero pelirojo de ojos marrones vestía con un pantalón negro con una remera blanca que tenía el logo de alguna banda, golpeó con furia la pared a su lado. El segundo alfa pelinegro vestía un pantalón verde militar y remera negra, lo miro serio.

—como puede ser que no esté en el bar—gruño con enfado y preocupación el pelirojo.

—Axel dijo que lo vio salir hacía aquí pero no lo vio entrar—menciono el otro Alfa con expresión neutra pero en su aroma se sentía lo preocupado que estaba.

Ambos dejándose llevar por sus instintos dejaron el control de sus cuerpos a sus lobos.

su aroma es el único que se siente aquí, no hay rastro de otro— explico Cameron, el lobo del pelinegro.

busquemos por el sector y luego iremos al departamento—decide Simón, lobo del pelirojo.

Trotando por las calles de la Bronce, los alfas olfateaban en busca del aroma del Omega, su preocupación mermo al no sentirlo en los rincones peligrosos, por eso se encontraron frente al edificio de su departamento. Era su última opción, el Omega debía estar hay, era muy conciente del peligro que corría en el barrio estando lejos de ambos.

Abrieron la puerta de la entrada y suspiraron aliviados al ser perfumados por las feromonas del Omega que se expandían por el lugar, buscaron en la sala notando que a su sillón le faltaban los almohadones, pasaron por la pequeña cocina y el alfa pelirojo tubo que cerrar la puerta de la heladera que se encontraba abierta. Había un camino de cereales que los dirigio a la habitación que compartían ambos alfas.

Al abrir la puerta un escalofrío les recorrió y les puso los pelos de punta, su mejor amigo, el pequeño Omega, estaba en un rincón de la habitación tapado con sus cobijas dejando solo sus rizos castaños fuera y la ropa de ambos debajo de el creando un nido.

"Oh luna, un nido".

"Anido en nuestro territorio, con nuestras cosas, con nuestros olores en el".

Ambos perplejos por la escena tan íntima y reconfortante.

"Le influimos protección"

"Está cómodo con nosotros"

Sus lobos les devolvieron el mando de sus cuerpos, al ser concientes de la situación les dió un cosquilleo en sus manos, querían acercarse al Omega pero sabían que no debían irrumpir en un nido de Omega, nunca, jamás.

—chiqui, Dani— llamo el alfa pelinegro.

Al no recibir respuesta el pelirojo dió un paso entrando a la habitación.

—Tomas ve a la cocina y trae las frutillas que escondimos está mañana— murmuro hacia el otro Alfa mientras se acercaba sigilosamente al nido.

—no seas cargoso ni lo hagas enfadar- advirtió serio saliendo a buscar lo que le pidió.

—como si quisiera que me mordiera— murmuro entre dientes. Sabía que cuando los omegas se sentían amenazados defendían su nido con garras y colmillos.

—Dani... Omega— hablo sentándose en el suelo un poco alejado del Omega y su nido.

Del bulto de ropa y cobijas salio quejido seguido de un bostezo.

Un amor de tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora