Jamás fui fan de la Navidad.
Bueno, obviamente me gusta recibir cosas. O sea, ¿a quien carajos no le van a gustar los regalos? Entiendo, se de la existencia de aquellas personas que regalan calcetas o cosas totalmente inútiles y decepcionantes. Pero aún así, supongo que a todos nos gusta recibir algo.
Porque después de todo es algo que deseamos.
No hay muchas cosas que yo desee en específico. Tampoco hay una enorme lista de objetos o detalles que pueda decir que me gusten. No creo que eso me haga una persona simple, en lo absoluto.
Consideró que el término "complicada", es más acorde a lo que me suele poder llegar a describir.
No creo que sea una linda palabra.
Pero eso no me importa.
— ¿Que es lo que vas a querer de regalo para Navidad?—juego vagamente con la bolsita de té dentro de mi taza, tratando de esconder mis nervios.
No lo estoy viendo. El darle la espalda ayuda en algo, principalmente en que no vea lo rojo que debe de estar mi rostro. Puntos extra para mi.
Pero a pesar de todo eso, tengo oídos. Lamentable para mí porque puedo oír como se acercan sus pasos lentamente hacia mi anatomía.
— Awwww—emite el—¿Por que?—su voz es burlona, no parece afectado en lo absoluto—¿A caso pretendes darme algo?
Y luego suelta una risa llena de entusiasmo y diversión que me comprueba que esto es nada más que un juego para el. No se inmuta ni parece afectarle nada. Y eso a veces me hace dudar si esto va en serio o no.
Bufé intentado con todas mis fuerzas poder aparentar desinterés.
— No, olvídalo—coloqué una cucharada de azúcar a mi té, luego revolví y por un momento solo se escuchó el sonido del tintineo del metal contra la taza.
No dijo nada más. Estuve así un minuto o más, quien sabe. Supuse para ese entonces que se había ido de la cocina, dejándome con mi existencia y mis pensamientos confusos. Suspire y sentí menos tensión en mis hombros.
Decidí que lo mejor era irme a encerrar a mi habitación, ponerle a leer uno de los libros que mi hermana me dijo que leyera y esperar a que el día acabara. Ese era mi plan, entonces giré sobre mis talones en dirección al pasillo que daba a las escaleras, pero fui detenido abruptamente por la cercanía de Math.
No se había ido a ninguna parte. Seguía ahí detrás mío en silencio solo que esta vez, estaba aún más cerca. Tan solo centímetros. Podía sentir y escuchar su respiración y está seguro que era posible que el también lo hiciera. Entonces me quede sin aire sin poder percatarme de ello, y por consecuencia sin tener la habilidad de evitarlo.
El genera así de seco hizo que derramar algo de té caliente en mi mano, hice una mueca de dolor y pude ver como el se acercaba más.
— ¿Estas bien?—se apresuró a decir y sentí como sus dedos rozaban mi mano, pero la aparte a tiempo.
— Si—respondí secamente—. Hazte a un lado.
No me había dado cuenta que estaba mirando abajo, evitando totalmente su mirada. Tal vez, solo tal vez podía admitir que me ponía nervioso. Pero jamás lo diría en voz alta.
No se movió. Tampoco dijo nada.
Muy útil de su parte.
— Mathias—esta vez, fui más seguro—. Déjame pasar.
Creí que para ese entonces él se tu diría con sus estupidos juegos infantiles, que se saldría de mi camino y no me dirigiría la palabra nunca más para que no me estuviera preocupando porque rayos mi corazón late más fuerte cuando le tengo cerca. Le rogué a sabe quien para que así fuera, pero mis llegarías jamás fueron escuchadas al parecer.
En su lugar, Math avanzó hacia mi ocasionando que yo retrocediera y chocara con la barra de la cocina y quedara atrapado entre él y la construcción de mi conveniente cocina. Entonces, sus brazos se posicionaron a mis costados, acorralándome por come plato sin dejarme con alguna posibilidad de escapar.
— No te enfades conmigo—susurro y note como su voz se había hecho más grave—, por favor...
Entonces, su dedo índice se posicionó debajo de mi barbilla y lo uso para elevarla con tan solo un poco de fuerza. Me congele cuando vi sus celestes ojos más oscuros que de costumbre, observándome con esa mirada tan hipnótica que ocasionó un escalofrío, erizando cada vello de mi piel.
La yema de su dedo pulgar me acarició sigílente la barbilla, para luego recorrer un poco de mi mejilla y luego descender a mi labio inferior que tembló con su contacto.
— Math...—intente decir algo, pero las palabras se me habían atascado en la garganta.
Entonces mi mente se nublo por un segundo que me costó bastante ventaja en esta batalla imaginaria que llevo teniendo con este cabezota. Con este idiota de casi dos metros, que odia la menta por alguna razón y que al parece, ama confundirme.
— Me preguntaste qué quería para Navidad.
No fue una pregunta, sin embargo asentí con la cabeza lentamente como una respuesta. Su boca se entreabrió y me odie a mi mismo por quedarme viendo sus labios sin descaro. Él lo noto y estoy segurísimo que fue por eso que sonrió.
Entonces apareció ese hoyuelo, ese maldito hoyuelo que tanto me gusta.
— Pues lo tengo bastante claro—ladeó su cabeza y la acercó a mi costado lo suficiente para quedar a centímetros de mi oreja— A ti. Te quiero a ti.
Y su aliento al chocar con mi piel no fue lo único que hizo que mis piernas temblaran.
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Indeseada Cercanía ©
Romance🎄☇ ❝ 𝐈𝐍𝐃𝐄𝐒𝐄𝐀𝐃𝐀 𝐂𝐄𝐑𝐂𝐀𝐍𝐈́𝐀 ❞ ‧₊˚ ˏˋ°•* 𝗻𝗼𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗷𝘂𝘃𝗲𝗻𝗶𝗹 𝗹𝗴𝗯𝘁𝗾+ (🏳️🌈) ⋆.*:・ ─────────────── Sullivan es un chico muy simple, hay pocas cosas que le gustan y varias que no tanto , como por ejemplo el romance y la...