• Hafefobia: Miedo a tocar o ser tocado •
-Es tú obligación.
-Pero... ¿Y si no me siento cómodo con mi pecado?
-Entonces comienza a fingir lo mejor que puedas.
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Despertó. El agonizante sentimiento de temor se instaló con firmeza en sus pensamientos mientras el aire entraba difícilmente a sus pulmones, volviendo su respiración bastante agitada. Sus ojos se abrieron, provocando una tenue iluminación debido al brillante neón, aquel verde profundo dirigió su atención a los alrededores de la habitación por nada más que mero instinto; inspeccionando meticulosamente el lugar más logró relajar severamente su estado de alerta cuando se percató que estaba solo, nada más que la penumbra de la noche que aún no terminaba en su totalidad. Suponía que el sentimiento de inseguridad se debía a los hechos ocurridos anteriormente, pues seguía con esa ligera sensación que le había dejado el estar rodeado de tantos seres.
Tantos pares de ojos puestos en él. Tantas manos intrusas sobre la piel debajo de su falda. Era horrible... El pleno recuerdo solo logró que un escalofrío recorriera su espalda y lo hiciera sentir incómodo al instante.
-Vaya mierda...-
Resopló cuando se topó con el pequeño reloj sobre la mesita de noche al lado de la cama. Apenas y había conseguido dormir unas pocas horas y se sentía mucho peor que antes de acostarse, demasiado cansando.
Regresar a dormir tampoco era una increíble opción pues habían las suficientes excusas para no querer recostarse por segunda vez. Además su pelaje estaba mojado por el sudor haciendo que se sintiera pegajoso e incómodo al mismo tiempo, eso ya era algo a su favor. Pero incluso ignorando ese hecho, se sentía inseguro, por lo que no tenía la intención de bajar la guardia en ningún momento. Estaba alerta. Debía continuar así hasta que viera los primeros rayos de sol para que entonces sus instintos fueran mucho mejores. Después de todo podría arreglar su falta de descanso con una buena taza de café para el desayuno. O mejor dicho, varias tazas.
A medida que pasaba el tiempo sus ojos se fueron cerrando aún más cada vez, al grado que sentía sus párpados lo suficientemente pesados para seguir despierto. Parecía que el pecado por fin descansaría, sucumbiendo al inminente cansancio. Al menos eso se esperaba antes de que la alarma de su celular lo hiciera saltar en su lugar, obligándolo a deshacerse de sus intenciones en cuestión de bastos segundos.
Gimiendo, se frotó los ojos con disgusto antes de revisar la razón de ser interrumpido así, más su cara se hundió en un ceño fruncido cuando se leía "Reunión" en el recordatorio de la alarma. ¿Enserio eso era hoy? de todos los días posibles y por haber tenía que ser el mismo día que se sentía como la mierda. Lo último que quisiera hacer en ese momento era estar con otros seis mientras todos discutían por simples razones estúpidas.
Pero era su obligación. Todo siempre era una obligación.
Con desgana retiró las sábanas que aún cubrían la parte inferior de su cuerpo y se levantó de la cama, ignorando el hecho de que a unos cuentos pasos se encontraban parte de las prendas que había utilizado la noche anterior; provocó que se encogierá en un escalofrío cuando revivió todo, más fue detenido por sí mismo al querer superar los hechos y dejar que su rutina monótona pasará con naturalidad, sin ser atormentado en todo momento por lo que pasó.
Si bien había tomado una ducha recientemente, su cuerpo parecía como si ni una sola gota de agua lo hubiera tocado hace días. Molesto, agarró una de las toallas y a paso lento fue hasta el baño, perdería algunos minutos en lo que se arreglaría pero no más del límite establecido, aún quedaba tiempo para que la reunión iniciará y si por alguna razón llegaba a presentarse tarde, entonces inventaría una buena y creíble excusa para no recibir un llamado de atención o parecido.
(...)
Una vez que estuvo aparentemente listo, tomó los papeles que necesitaría y se dirigió a la gran sala de estar de la mansión. La razón es que en esa ocasión utilizaría un portal para moverse. Asmodeus no quería correr el mismo riesgo de ir caminando hasta el punto de reunión, pues sería en lujuria; además de que era muy posible el hecho de despedir a su chófer actual, dejaría la vacante libre y entonces buscaría al demonio perfecto para tomar el lugar, después de todo solo era un chófer, ¡reemplazable! en pocas palabras. El bastardo sé lo merecía por haberlo dejado a su propia suerte ¿quién se creía? absolutamente nadie tenía el derecho de tratarlo de esa manera, menos rechazar una orden clara, ¡una única! recoger a su rey y llevarlo con seguridad a su residencia, más fácil no podía ser y aún así fracasó.
Una mano pasó sobre su propio rostro para acomodar las inexistentes plumas desacomodadas, ya que era evidente que su apariencia era más que simplemente impecable, incluso para una reunión real como esa, parecía exagerar sinceramente, pero después del espectáculo que había creado frente a tanta audiencia era bastante claro que los medios tomarán aquella noticia para alterarla a su favor, podría incluso imaginarlo ya; "¡¡¡Rey de la lujuria carboniza a sus admiradores en un ataque de ira!!!" Aunque aquel ataque fuera otro, un título como ese no solo llamaría la atención de su propio anillo, si no del infierno entero, llegando incluso a...
sus hermanos.
Mierda, había olvidado completamente el hecho de que sus hermanos podrían ya tener en cuenta su "pequeño" incidente. Se convertiría en el blanco fácil de las burlas de los seis. Debió pensar mejor cuando... no, él tenía una válida razón para haber reaccionado cómo lo hizo, ¡él... era la única víctima en todo ese asunto! Dejó de lado sus pensamientos sofocantes, mirando hacia el portal abierto que aún permanecía a mitad de la sala de estar.
Suspiró finalmente, levantando su muñeca para revisar por última vez la hora en el pequeño reloj, estresado por solo escuchar el apenas audible sonido que se hacía en el mover de la aguja.
Ya era momento, apretó con fuerza sus manos antes de dar un paso dentro del inmenso portal, cruzando hacia el punto de reunión.
