𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈

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La noche finalmente había llegado al término de su transcurso en el famoso club nocturno Ozzie's. Aquel establecimiento que portaba con la plena imagen de ser el número uno en los siete anillos infernales, el cual cumplía y superaba las más grandes expectativas de cualquier demonio que al menos lo haya visitado por una sola vez, pudiendo satisfacer hasta las ideas o fetiches sexuales más retorcidos de su público exigente. Sin embargo, aquello era de esperarse pues cada uno de los espectáculos presentados habían sido seleccionados delicadamente para asegurar un buen entretenimiento.

Claro estaba que si la encarnación de la lujuria aprobaba algo, es porque sería lo suficientemente bueno para los demás.

Al cerrar sus puertas, Ozzie's había obtenido una vez más una noche de completo éxito, merecido después de haberse tratado de una jornada laboral ajetreada pues habían recibido muchos más clientes de lo normal en cada pequeño momento de la noche, provocando que por lo mismo el personal tuviera que haberse estado trasladando de un lugar a otro con rapidez. Sin embargo, una vez que todo se quedó en la calma momentánea se dio inicio a la fiesta posterior, un pequeño evento exclusivo solo a aquellos quienes trabajaban para el club, cómo una manera de recompensa.

(...)

Suspiró profundamente, dejando que el alivio consumiera sus pensamientos mientras permitía a su propio cuerpo deshacerse de la tensión que cargaba sobre sus hombros. Procedió a tomar asiento en la silla frente a su escritorio cubierto de papeles, después de todo, por fin había terminado con el trabajo que se le fue asignado en aquella ocasión, por lo que sin el inminente estrés de no poder completar a tiempo con lo pedido, se sintió incluso mucho más ligero de esa manera, mucho más a gusto.

Fue regresado a la realidad cuando escuchó leves golpes contra la puerta, por lo que sin tener la más mínima intención de moverse y abrir educadamente, soltó un vago "adelante" hacia quién estuviera al otro lado, acompañado de un gruñido apenas audible, demostrando su clara molestia por haber sido interrumpido en un momento de calma.

Casi al instante un pequeño demonio entró a la gran oficina, no sin antes inclinarse en una reverencia... algo exagerada, provocando que rodará los ojos con indiferencia.

-Deja las formalidades, menciona por qué has venido- Dijo sin más rodeos, adoptando una mejor compostura sobre su asiento.

-Respecto a eso su alteza...-

-Conoces mi nombre, úsalo. Ahora por favor, continua-

Como si fuera un paso más para aumentar sus nervios, el pequeño demonio jugueteó con sus manos, esperando no provocar el enojo del pecado ante sus próximas palabras.

-Su chofer llamó para informar que no podrá venir con la limusina para usted en esta noche. Mencionó que se disculpa demasiado por no haberlo contactado personalmente desde el principio pero un problema surgió de imprevisto y yo al ser el primero en atender el teléfono fue que se me pidió venir hasta usted, lamento haber interrumpido así-

Un corto pero incómodo silencio se hizo presente en la habitación, aunque no muy tarde se escuchó un suspiro provenir desde el pecado, quién ahora había cruzado sus brazos mientras mantenía su mirada fija en un punto al azar, hundido nuevamente entre sus pensamientos.

-Está bien-

-¿Eh?- Soltó instintivamente aunque luego al ser consiente cubrió su boca con ambas manos. No quería mostrarse como un irrespetuoso por eso y menos por haber llegado a molestar al pecado, quien seguramente estaba ocupado en asuntos bastante importantes.

-Ya lo dije, no hay problema por ello. Después de todo tengo otras formas de moverme, dile de regreso que espero solucione ese problema-

Bajó sus manos temblorosas apenas un poco o lo suficiente para que se escuchará lo que tenía que decir.

-Por-por supuesto alteza... ¡es decir!... Asmodeus-

-Puedes retirarte ya. La fiesta ha comenzado ¿no? Entonces disfruta lo que queda de la noche-

Y sin esperar más aquel pequeño demonio abandonó el lugar con una gran rapidez, dejando a Asmodeus severamente confundido por su comportamiento aunque lo atribuyó a que debía ser un nuevo empleado, después de todo, recientemente le había encargado a su mano derecha buscar algo de personal para que ayudará justamente en noches como esa, ya que al tener tan ocupados a todos se necesitaba un poco de ayuda extra.

-Maldita sea-

Mencionó más para si mismo que para ser escuchado por cualquier otro ser. Su leve frustación había aumentado ante el hecho de tener que llegar por su propia cuenta hasta su hogar. Aunque bien podía solamente invocar un portal para llegar directamente ahí, no tenía el estado de ánimo suficiente como para desperdiciar de esa manera su energía, después de todo podría caminar y ya, aprovechando su gran estatura solo bastaban un par de minutos avanzando para llegar.

Suspiró una vez más. Viendo el lado positivo del asunto podría tener un pequeño momento de soledad, ya que a esa hora muchos de los locales esparcidos por todo Crystal City ya se encontraban cerrados por lo que con suerte solo llegaría a encontrarse con algunos pocos demonios ebrios tumbados entre las calles, mejor para él quien no disfrutaba tanto de las grandes multitudes. Un poco tonto tratándose de quién era pero así es como él lo prefería.

Tomó su celular para enviar un mensaje rápido a su mano derecha, avisándole que debería cerrar el local una vez termine la fiesta pues él se iría temprano.

Deseaba ya descansar. Era todo lo que pedía.

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❛𝐇𝐀𝐅𝐄𝐅𝐎𝐁𝐈𝐀❜-›››𝐹𝑖𝑧𝑧𝑎𝑟𝑜𝑧𝑧𝑖𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora