Capítulo 8 (+18)

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Había vuelto hace veinte minutos, pero Ingrid jamás la dejaba irse sin probarla, tampoco es que fuera a quejarse.

Tales sesiones eroticas, superaban cualquier expectativa, Génesis veía estrellas, tocaba nubes. Claro, hablaba metafóricamente.

La vampiresa suspiró, algo nerviosa y disgustada, odiaba ser aguafiestas.

—De verdad Ingrid, tenemos que ir a desayunar.

—Tenemos tiempo.

Ingrid silenció sus protestas a base de besos posesivos, apasionados, eufóricos y le animaron, lo bastante para que la súcubo metiera lengua.

Génesis gimió. La tenía bien sujeta, Ingrid repartió cuidadosas caricias, que ella correspondió.

—¿Qué opinas de David? —preguntó entonces la súcubo.

—¿Eh?...

Ella no comprendió, estaba demasiado excitada.

—Se que lo vistes. Yo también lo revisé.

—Aah... sí. Es... esta buenísimo —respondió Génesis, esbozo una sonrisa descarada—. ¿Me piensas remplazar?

Ingrid se río, acariciándole la mejilla.

—Por favor, reina. Eres iremplazable, pero... sabes como somos las súcubos. Nuestra moral esta lejos de ser similar a la humana.

—Me voy haciendo una idea de que piensas.

—Lo mismo que tú —aseguró  la súcubo y se la comió en un intercambió de besos.

Al quitarse la vampiresa dejó un hilillo de saliva, dando una carcajada nerviosa.

—No vale que leas mi mente.

—Sí te lo propones, eres capaz de llevártelo a la cama.

—Dios... esta bueno, pero no significa que quiera tener sexo con él —mintió Génesis.

—Lo deseas, puedo verlo y... yo también. Deberíamos hacerlo.

—Es que, es muy lo-ahhn...

Ella gimió de repente, presa del atraco que cometió Ingrid, abriéndose paso entre la falda. Las caricias la hicieron estremecerse.

—Yo notó una respuesta positiva aquí.

—Tú me pusiste así Ingri-

Génesis rodó los ojos y jadeó tensando su esbelto cuerpo, no logró ver los dedos, sin embargo, el dulce placer de caricias amenazaba con mojarla.

—Quisiera vernos con un chico, que nos mire a ambas como lo que somos, Diosas.

La vampiresa siguió retorciéndose, no pudo siquiera responder, dos dedos la castigaron allí, su punto más sensible, en pausados círculos.

—Pero bueno, yo sigo siendo la que mejor te complace. Se donde te gusta que te toquen.

Ingrid introdujo aquellos  dedos que la estimulaban por fuera,y la vampiresa emitió un gemido leve y agudo.

—Ay... la cama.

—No te preocupes, ya la mojamos hace rato. ¿Lo olvidaste?

Génesis agachó la cabeza y los senos de la súcubo hicieron de almohada. Sintió cada movimiento como descargas eléctricas.

—Un trío. ¿Qué dices? Hasta los humanos suelen tenerlos, orgias incluidas. Aunque suelen creer que es una fantasía, exclusivamente masculina.

—Porque... hmmm... no puedo pensar —farfulló Génesis y echaba la cabeza atrás cada diez segundos.

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