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No eras idiota sabias que era lo que quería tu jefe, y cuando llegaste a tu casa te pusiste a pensar si de verdad lo valía.
— Más vale pedir perdón que permiso
Simplemente dijiste para luego meterte a bañar.
Te molestaba la idea de revolcarte con ese tipo, sí, pero tampoco era como si fueras virgen, ibas a tener precaucion en cuidarte y mantendrías tu empleo
Sabias que no podías ir con tus padres pidiendo que te apoyarán por que solamente te iban a dar una patada para que te salieras de su casa.
Y tampoco es como si conocieras a alguien mas que te pudiera ayudar.
Cuando saliste de bañar te preparaste algo para comer mientras veías tu teléfono esperando a que la hora acordada se acercara.
Mientras tanto, Sanzu que estaba escondido en tu armario sale de ahí para irse a tu baño, esperando a que entres a tu habitación para cambiarte de ropa.
Cuando faltaba una hora entraste a tu cuarto para arreglarte y ahí Sanzu a aprovecho para encerrarte.
Tú adentro viste como la puerta se cerró de golpe, lo primero que pensaste fue que había mucho viendo, pero en ningún momento sentiste el aire.
Te levantaste para abrir la puerta y está estaba trabada del otro lado con algo que te impedía abrir.
— ¡Ey! ¿Qué mierda?
Tu cabeza simplemente no entendía el como aquella puerta se cerró "sola"
— ¡Habrán! — exclamaste desde adentro — ¡Habrán o llamaré a la policía!
Gritas pero no hubo respuesta alguna.
Empezaste a buscar tu teléfono adentro de la habitación y ahí te diste cuenta que lo dejaste en tu comedor.
Sanzu que estaba en el sofá sentado escuchando tus gritos vio la hora y se levantó para hacer su trabajo.
Te deja ahí encerrada y mientras sale logra escuchar varias de tus maldiciones pidiendo salir.
El de cabellos rosados fue directo con este hombre, abrió la puerta de su oficina y lo encontró sentado en tu escritorio con ropa informal
— ¿Y tu quien eres? — pregunta el mayor con una voz de autoridad
— ¿Conoce a _____? — pregunta Sanzu
— Y a ti que te importa, sal de aquí ahora mismo — dice con indiferencia señalando la puerta por la que entró.
Se da la vuelta en su silla, Sanzu se acerca a la puerta para abrirla y cerrarla nuevamente pero sin salir de la habitación
El señor se confío en que Sanzu se había salido de su oficina, pero lo único que recibió a cambio fue quedar amordazado por el chico.
Quería gritar pero aquel trapo que tapaba su boca se lo impedía.
— Sabe, querer liarse a una menor de edad es un delito, que se paga con la pena de muerte... — recita Sanzu para empezar a ahorcar al Señor
Cuando se aburrió con el mismo trapo que lo estaba amordazado se lo quita para amarrarlo a la silla.
Mientras que el señor empieza a maldecir al chico diciendo que sus abogados lo van a refundir en la cárcel el se tomó una de sus pastillas mágicas.
Tomo el cigarro del señor que se había caído para encenderlo nuevamente y empezar a quemar al mayor con este mismo.
El señor gritaba del dolor al ver que su costoso traje era quemado por su propio cigarro.
— Sabe que, ya me aburrí...
Dice Sanzu soltando el cigarro para luego clavar el cuchillo que llevaba el en el corazón del señor dejando que se empiece a desangrar ahí.
Sale de la oficina y por suerte no había nadie, y como no, si el señor al saber que iba a llegar la chica mandó a todos sus empleados a descansar antes.
“Extinguirá todas y cada una de las almas de este planeta con tal de verte sonreír un solo segundo”
— Es hora de ir con mi niña...
Era hora de llegar con su chica, y darle la pequeña pero bonita y grata sorpresa que le tenía
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