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Estaba dormitando, la aguda y siempre enojada voz del Rey Hada le estaba taladrando los oídos como siempre, se hallaba sentado en una de las tantas sillas de una larga mesa con todos los nobles en ella, afortunadamente a su lado estaba el de cabellos violáceos tomando su mano y proporcionando suaves toques que le ayudaban a no perder la cordura.

-¿Tienes algo Sung? Te noto distraído.

Suspiró sin darse cuenta. -¿Tú crees en el amor predestinado? -El otro príncipe le propició una mirada de extrañeza, Jisung volvió a suspirar cansado. -Changbin, tengo algo que contarte.

-¿Entonces? -El mayor había tomado asiento en su cama, Jisung daba vueltas por la habitación, aún pensando en lo que diría.

No quería mentirle, Changbin era su confidente y era la persona más preciada para él, le había estado mintiendo por mucho tiempo acerca de sus salidas nocturnas, aplazando todo e ignorándolo como si el asunto no existiera, pero era un tema delicado y no podía simplemente escupirlo sin esperar una reacción negativa de su parte.

-Por favor, déjame terminar de explicar todo antes de opinar ¿si? -Aún confuso, Changbin se limitó a asentir, Jisung suspiró por milésima vez ese día. -Conocí a alguien.

El mayor no supo cómo responder, ¿Jisung tenía un interés romántico en alguien? eso era nuevo.

-Estoy feliz por ti.

-Te dije que me dejaras explicar todo. -El mayor se tensó un poco, Jisung estaba actuando extraño. -Conocí a una persona... en el bosque.

-Oh, entonces es por ello que te escapabas todas las noches. -Le había cachado rápidamente, Changbin era el hada más inteligente que conocía. Bajó la mirada y asintió nervioso, a la expectativa de un regaño, pero este nunca llegó, el mayor solo lo miró con un aura tranquila y comprensiva. -¿Es todo?

Negó, respiró tratando de juntar coraje para decir lo último. -Quiero que lo conozcas. -Changbin le miró con incredulidad. -Hoy en la noche.

-No puedo creer que no haya libros sobre hadas en esta biblioteca, Jeongin
-No puedo creer que no haya libros sobre hadas en esta biblioteca, Jeongin. -Cerró el libro en sus manos y lo colocó sobre la mesita a su lado, bufando del fastidio. Había estado ansioso toda la semana pero justo ese mismo día era "el fabuloso día".

-¿Por qué el repentino interés por las hadas? -Minho se encogió de hombros nervioso, la pregunta lo había tomado por sorpresa.

Aunque... pensándolo bien, en realidad Jeongin era tan cercano a él como para confiar en decirle. Respiró unas cuantas veces ante lo que diría.

-Oye Jeongin... ¿tienes algo que hacer en la noche? -El de cabello corto paró su actividad para mirar al príncipe de forma extraña, pero se limitó a negar lentamente.

En realidad, originalmente había pensado en invitar a Félix, pero conseguir el permiso de la reina gnomo era una tarea un tanto dificultosa, y si incluso llegase a conseguirlo, probablemente la condición sería ir con varios guardias además de Hyunjin, eso ya era multitud.

-Jeongin, ¿te has preguntado cómo son las hadas? -El ambiente de repente se tornó serio, pero no era incómodo, Minho por otro lado, sonaba melancólico.

-Si no existieran tratados de comercio entre su reino y el de los gnomos, realmente creería que son un invento.

Aquello era broma pero, durante más de 200 años de vida había leído gran parte de los libros de la biblioteca del reino, y desde que trabajaba para la casa de los reyes como bibliotecario también había aprovechado para leer unos cuantos miles de libros. Pero jamás se había topado con uno sobre las hadas, ya siendo lo suficientemente mayor atribuyó esto a la censura que el reino ponía sobre la información a la que tenían acceso los habitantes.

Fatum ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora