XII. Pedazos de Corazones Rotos

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Créeme que no es miedo a enamorarse

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Créeme que no es miedo a enamorarse...es darlo todo por esa persona y que de pronto deba recoger los pedazos que dejó cuando se fue.

Brisas de otoño entraron por el ventanal aquel 31 de octubre por la mañana trayendo consigo hojas secas y un penumbroso aire de melancolía. El amanecer había iniciado hace poco por lo que Tyler se hallaba aún durmiendo placidamente mientras era admirado a lo lejos por su roomie quien no podía dormir.

En realidad sabía que lo ocurrido hace un año era agua turbia pasada siendo consciente de que no se repetiría, o al menos espero quería pensar ella. Solo quería salir en su noche favorita del año, ¿era mucho pedir eso?

Como si hubiera leído sus pensamientos el castaño se movió ligeramente mientras dormía captando toda la atención de la muchacha. Era un ángel hasta cuando dormía y maldecía que llenara su corazón con su dulzura, no sin antes regañarase a si misma por permitírselo.

Si hay que ser sinceros él le había demostrado que era extremadamente amable y bondasodo, viendo belleza hasta en seres como ella. Eso la había cautivado además del inmenso tiempo que pasaban en el transcurso de días desde que se topó con él en el bosque y cuando menos lo esperó ya estaba al lado de su cama para verlo más de cerca.

Respiraba ténue con su bonito cabello desordenado y la boca semiabierta. Parecía un príncipe hechizado en un sueño eterno del que no sabía si despertarlo o no, negando inmediatamente con rapidez el pensar en tales cosas y alejándose con pesadumbre del lugar sin percatarse que dejaba a Tyler con ganas de más cercanía.

Cierto era que hace ya unos minutos se estaba haciendo el dormido solo para saber que hacia la chica, sentía que lo observaba y el aprecio silencioso que transmitia en realidad le era muy cómodo, sin embargo eso no lo detenía de querer algo más y cuando escuchó la puerta cerrarse él se sentó sobre su cama suspirando con pesar.

Estuvo así un instante más hasta que optó por tomar una ducha y cambiarse antes de bajar a la cocina del lugar  sabiendo que tendría mejores ánimos después de un buen desayuno; pero oh, sorpresa...el director le había ganado esta ronda.

— Buenos días Tyler.

— Buenos días...Sr. Bennet.

— Nos levantamos temprano, ¿eh?

— Si, no podía dormir.

— Ni yo, hoy es un día particularmente pesado. ¿Café?

Este asintió agradeciendo recibiendo su taza y sentándose cercanos.

— ¿Por qué hoy es particularmente pesado? — Curioso preguntó después de un sorbo a su caliente bebida.

Y por primera vez Dominick no supo como responder una pregunta puesto que no solo se trataba de él, si no de toda su familia.

Nunca Más • Tyler Galpin y Tú • Merlina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora