XV. Reunión Familiar

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No le temo al destino, mucho menos al dolor

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No le temo al destino, mucho menos al dolor. El mayor miedo de todos: quedarme sin tu amor.


Gélido era el tacto de las gotas sobre la tersa piel de Charlotte mientras tomaba una ducha a media noche, de esas que necesitaba pues le ayudaban a pensar.

Se le estrujaba su corazón de solo recordar el rostro afligido de su amado al enterarse que era huérfano, él merecía algo mejor que solo un mundo vacío al que impediría que regrese; y, si bien no era experta en relaciones amorosas, se esmeraría por dar lo mejor al igual que en todo lo que se propone realizar.

Envolvió su cuerpo en una toalla roja dispuesta a salir y justo cuando su mano iba a girar el picaporte un dócil "toc,toc" se apreció proveniente del lado contrario de la madera, sabía ya de quien se trataba.

— ¿Qué ocurre? — indagó suave tras abrir la puerta encontrándose con dos preciosas esmeraldas —. Mis ojos están arriba Ty.

Hechizado ante la figura frente a él tardó un segundo más en reaccionar. Parpadeó rápido y negó al darse cuenta de las palabras de Charlotte, disculpándose apenado.

Ella lo tomó con gracia viendo la adorable persona de la que se había enamorado, se acercó a él y tomándolo del cuello lo besó haciendo notar cuanto se habían extrañado en el poco tiempo que estuvieron separados.

— Mi padre te mataría si supiera que...

La calló con otro beso. Odiaba quedarse con las palabras en la boca, pero si así era como iba a hacerle guardar silencio podría acostumbrarse.

— Entonces espero asistas a mi funeral — bisbiseó sobre sus lábios dejándola con ganas de más —. "Aquí yace el hombre más afortunado del mundo, murió por ser adicto a los besos de la srta. Bennet" —. citó como si de su lápida se tratase.

No pudieron evitar unirse nuevamente, la temperatura subía a pesar del frío nocturno mientras que ella terminaba entre él y la pared más cercana devorándo sus bocas, acercando sus cuerpos y la toalla que traía se aflojaba para desprenserse.

— Tyler...— resopló suave recuperando un poco el aliento mientras se acomodaba la única prenda que tenía.

Él lo entendió, ella también. Era muy pronto para eso.

— Vístete — pidió depositándole un amoroso beso en la mejilla —. No queremos que te resfríes.

Ella asintió en silencio mientras se dirigía al armario.

— Te ves hermosa con las mejillas sonrrojadas.

— Cállate — espetó cerrando brusca la puerta del baño.

— Me encanta tu bipolaridad también — halagó sabiendo que lo escuchaba.

No pasaron muchos minutos para que el castaño se encontrara reposando sobre el pecho de su novia sintiendo las caricias que le proporcionaba entre sus lindos rulos, sintiéndose a gusto e intentando descansar de todas las emociones que tuvo ese día.

Nunca Más • Tyler Galpin y Tú • Merlina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora