Parte 3

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En realidad, la trampa fue el propio viaje a la discoteca donde iba a darse la fiesta de Fin de año.

Y es que, aunque dicho viaje estaba siendo en el Camaro de Derek, lo que siempre era un punto a favor, el silencio que había dentro de él era tan tenso que Stiles se preguntó por qué demonios había aceptado ayudar a al Alfa. Se sentía como una rata estúpida que se había acercado bailando a la trampa que habían montado para cazarla.

Claro que en su caso el cebo había sido el hombre lobo que ahora estaba a su lado, bastante más suculento que un trozo de queso, por lo que en el fondo no debía sentirse tan mal consigo mismo.

Hasta que de pronto Derek arrugó levemente la nariz y Stiles recordó que era un hombre lobo capaz de percibir el aroma de la excitación.

- Bueno y... -Stiles buscó un tema de conversación para distraer al Alfa de las hormonas que debían estar infestando el coche, de paso que bajaba un poco la ventanilla-. ¿Cómo te va?

A su lado Derek apartó la vista de la carretera el tiempo suficiente para dejar claro a Stiles lo que pensaba.

Sin decir una sola palabra.

- Creo que es una pregunta totalmente lógica teniendo en cuenta que hace semanas que no te veo -continuó Stiles, ofendido-. Y que las personas que no han sido criadas como animales salvajes suelen interesarse por los otros seres vivos con los que conviven.

El nuevo silencio siguió sin amedrentar a Stiles. Ya tenía experiencia.

- ¿Sabes? Es muy reconfortante ir en misión de rescate, suicida en el caso de este humano sin colmillos ni garras, con la misma persona con la que tienes serias dudas de que quiera matarte. De verdad, no sabes cómo agradezco tus esfuerzos porque todo sea tan sencillo y agradable.

- Si digo algo, ¿prometes callarte?

- ¿Depende? -respondió el adolescente, extrañado y emocionado a partes iguales porque Derek fuera a hablar por voluntad propia.

Hasta que el Alfa habló:

- Me va bien.

Stiles chirrió los dientes, apretando las manos como si quisiera estrangular a la persona con la que en teoría estaba hablando. Mejor dicho, como haría si no fuera porque sabía que era imposible matar al hombre lobo.

"Y porque si lo hago el mundo perdería a una de sus más bellas creaciones".

Sí, también por eso.

Stiles se lamentó una vez más de lo injusto y cruel que era el amor. Solo a él podía ocurrirle que después de años enamorado de una chica que jamás le había dirigido la mirada, ahora lo estaba de un hombre lobo que sí le miraba, pero solo para dejar claro su deseo de matarlo.

Aunque ahora parecía que ese no era su objetivo, pensó Stiles al darse cuenta del modo en que Derek lo estaba observando de soslayo.

- ¿Se puede saber qué estás mirando ahora?

- No estoy mirando nada.

- ¡Claro que sí! No haces más que lanzarme miraditas de reojo. ¿Es que tengo algo en la cara o...?

- La ropa que llevas.

- ¿Qué le pasa? -Stiles recordó que seguía con el traje que se había comprado expresamente para engañar a su padre. Pero, ya que el mal estaba hecho, aprovechó para presumir un poco-. Es elegante, ¿verdad? Aunque para no serlo, con lo que me ha costado. Al principio dudé que pudiera quedarme bien esta ropa, que está a años luz de mi uniforme habitual de pantalones y camisetas de publicidad. Pero creo que el color negro consigue realzar mi palidez natural. Y, sorprendentemente, no queda mal. ¿No crees?

Derek aprovechó un semáforo en rojo para mirar con más atención a su copiloto, visto que ahora tenía permiso para hacerlo. En efecto, el tono oscuro de la camisa y chaqueta conseguían que la piel salpicada de pecas de Stiles destacara. Pero no solo eso.

Enseguida se dio cuenta de que la camisa, al estar mucho más ajustada al cuerpo de Stiles que la ropa habitual que llevaba, ayudaba a resaltar su musculatura. Y aunque esta estuviera menos desarrollada que la suya, sin duda era firme.

"Si fueras más a menudo así, tendrías muchos más pretendientes", pensó Derek.

Y al segundo se sintió mortificado.

Afortunadamente, su filtro cerebro-boca funcionaba mucho mejor que el de Stiles, por lo que aquella idea jamás salió a la luz. Y, mejor aún, el semáforo se puso en verde, dándole la excusa perfecta para centrarse en cosas más importantes.

No era momento de fantasías.

- ¿Y bien? -preguntó Stiles cuando el hombre lobo siguió conduciendo en silencio-. ¿Cuál es el veredicto?

- Estás ridículo.

Derek solo quería zanjar el tema y en el pasado los insultos siempre habían funcionado. Pero al decirlo en voz alta, tan desesperado como estaba de que no se notara nada fuera de lo común, se dio cuenta de que la respuesta le había salido aún más cortante.

Por fortuna Stiles ya estaba acostumbrado a sus "halagos" y no tardo ni dos segundos en reponerse:

- Bueno... No todos tenemos la suerte de tener un cuerpo tan perfecto que hasta un saco de patatas le quedaría bien.

- Eres tú quien ha preguntado -replicó Derek tras varios segundos de silencio, agarrando el volante tan fuerte que el cuero crujió bajo sus dedos.

Y después volvió el silencio.

Lo que lo volvió todo aún más incómodo.

- Genial -Stiles soltó tal suspiro que Derek no entendía cómo podía seguir hablando. Tenía que haber agotado el oxígeno de sus pulmones.

Hasta que recordó que Stiles era Stiles y que las leyes de la naturaleza no funcionaban con él.

- Como decía -continuó el adolescente-, gracias por esta agradable conversación. Es perfecta como aperitivo a la misión de rescate de la semana ¿no crees?

Derek giró el cuello el tiempo suficiente para mirar a Stiles mientras alzaba una ceja.

Esa era la señal patentada del Alfa para indicar demasiadas cosas. Desde "eres estúpido" a "no te entiendo", pasando por "tienes razón, lo que me sorprende" o "continúa".

En esta ocasión -Stiles aún no tenía muy claro cómo siempre sabía lo que querían decir las cejas de Derek en cada momento- significaba "eres estúpido".

- Tal vez lo sea, pero tú eres un lobo amargado y el Alfa de una panda de adolescentes inútiles -respondió Stiles como si Derek hubiera hablado-. Cada uno tiene que aguantarse con lo que le ha tocado.

Derek apretó los labios con fuerza, luchando por no mostrar lo que realmente estaba pasando por su cabeza.

Y entonces, tal vez por primera vez en su vida, el destino actuó en su favor. En concreto, en forma de una discoteca rodeada de adolescentes que apareció tras girar en una esquina a la derecha.

Por fin habían llegado a su destino.


Continúa...


Noche de Fin de Año en Beacon HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora