—¿De gata? —salí con ropa interior negra, unas orejas con un cintillo que antes solía usar y una cola que me compré para atarla a mi cintura.
—Nop —indicó volviendo la mirada a su computadora.
—¿De vaca? —le modelé gustosamente con un traje de baño de cuerpo completo con manchas de vaca, que me encantó cuando lo vi, y un pequeño cencerro como collar.
—Tampoco.
—¿Qué te parece de pavo real? —le agité mi trasero usando un cachetero azul y unas plumas de colores en mí cintura que quité de mi disfraz de carnaval que usé en noveno año.
—Colorido, pero no.
Seguía ignorándome, así que decidí ponerme la artillería pesada.
—Entonces de conejita —Me presenté con un disfraz que terminé comprando en un sex shot—. ¿Me das mí zanahoria? Tengo hambre.
—Aun no tengo mi resultado… —canturreó exigente.
—¡Demonios, Jack! —exclamé y me dirigí a quitarle la laptop que reposaba en sus piernas.
—¡Oye, no te pases!
Se me lanza a recuperar su laptop y rápidamente me quité mi tacón para amenazarlo, pensaba darle justo con la punta de aguja si seguía con esa aptitud desinteresada.
—Estoy intento llamar tu atención, pero a ti, ¡Ni se te levanta el gallo! —Le reclamé molesta.
—El gallo es mi animal de la suerte, no voy apostar por otro. Devuelve me la laptop, ya van a salir los resultados de los animalitos —me suplicaba más yo me negaba.
Llegó un tiempo que las apuestas con sus amigos se volvieron frecuentes, un reto tras otro, y no me importaba si salía humillado siempre encontraba la manera de animarlo y motivarlo para la próxima. Pero luego se metió con los juegos de azar, lotería y todas esas cosas que lo único que hacían era tenerlo como un zombi hambriento por ganar.
—Tú y tus tontas apuestas, me van a volver loca. Ya deja de gastarte el dinero que lo único que haces es malgastarlo.
—Pero y si gano…
—Tú nunca ganas —le interrumpí—, solo pierdes, como ahora que te vas a dormir al sofá.
—No hablas en serio, ¿O sí? —mencionó con una risita.
No le dije nada, en cambio, le contesté con una mirada totalmente fría a la cual se le borró la sonrisa del rostro.
—Sí, señora —dijo tomando su almohada levantándose de la cama.
Él se retira dejándome sola en la habitación, era la primera vez que se me ocurre mandarlo a dormir al sofá. Dejé la laptop a un lado de la cama y me senté para quitarme el otro tacón.
—¿Y si te pones de nuevo el de pavo real? —pidió asomándose por el marco de la puerta con su sonrisa de yo no fui.
—¡Tuviste tu oportunidad! —reproché y él se marcha de inmediato.
Fue el primer momento en que sentí la cama sola. Aunque claro, ya había dormido sola antes debido a que Jack, algunas veces, se desaparecía una noche del fin de semana a festejar con sus amistades. Pero tenía la seguridad de que, al despertar en la mañana, lo vería a mi lado… Hecho una porquería, pero a mí lado. Y fue un despertar bastante solitario cuando la alarma sonó y no estaba del otro extremo de la cama, quejándose para dormir cinco minutos más.
El reloj marcaba las seis y treinta am. Me extrañó que la alarma sonará a esa hora ya que regularmente está pautada a las cinco y punto am, para que Jack se levantara para ir a trabajar. Llevé mis manos al rostro soltando un suspiro, me levanté rápidamente colocando mis pantuflas de panda, pero a la vez con la pesadez del sueño. Creí que Jack seguía dormido en el sofá por lo que me tocó ir a despertarlo por lo tarde que era, pero al salir a la sala, las luces se encontraban encendidas, él no estaba en el sofá y se escuchaba en la cocina, por lo que tuve que checar que hacía.
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Apostando nuestro matrimonio
HumorSe suelen cometer muchos errores en un matrimonio joven. Yo buscaba mi felicidad en otro lugar, ignorando que siempre estuve con esa felicidad. Las cosas pasan por algo, y es una pena por todo lo que se pasó para darme cuenta que estaba equivocada...