Abriendo puertas

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Capítulo seis: Abriendo puertas.

“Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal”

~Meghan~

Estaba en la cafetería en mi puesto habitual. El clima afuera era un poco frio por lo tanto había más clientes. Por suerte en diez minutos seguía mi descanso. Seguí atendiendo a las personas que estaban formadas por su café.

Un chico de cabello largo, con unos lindos ojos verdes se acercó a pedir su café.

-¿Qué deseas?- Puse mi estúpida sonrisa, que mi jefe me obligo hacer. Decía que debía atender amablemente y feliz.

-Un capuchino de vainilla preciosa- me dijo sonriente ¿preciosa? ¿qué diablos le pasaba a este?

-De acuerdo ¿algo más?

Entonces mi hermosa vida volvió a ser fantástica. Victoria, si Victoria la oxigenada sin sus clones. Se acercaba a la caja, junto con el chico de ojos verdes. Quería salir corriendo.

-Puedes pedirme un café light o algo así- le dijo Victoria peinado su cabello. Como siempre vanidosa.

-Y un café light preciosa.

Automáticamente Victoria volteo hacia mí. Nadie podía decir cumplidos si no eran para ella.

-¡Oh que sorpresa Huérfana! Ya sabía yo que utilizabas tú tiempo libre para algo bueno, aquí trabajando como lo debe hacer las personas como tú- dijo riendo con malacia. Cuanto la odiaba.

-¿La conoces?- pregunto el chico sorprendido.

-Cállate Victoria, deberías irte de aquí- le gruñí.

-No. Jaja no eres ni lo cercano a ser la dueña de aquí, eres un empleada más. Así que si yo quiero estar aquí huérfana, lo estaré.

El chico nos miró confundido y también las personas de atrás que comenzaban a notar algo extraño. Quería desaparecer de esta humillación.

-Ya basta Victoria. No me llames huérfana y lárgate de aquí- dije alzando un poco la voz. Meghan recuerda que estás en tu trabajo, respira me dije.

-¿O qué? ¿vas a llorar? Eres tan patética huerfanita.

-Es todo- me susurro el chico. Ignore a Victoria he hice la cuenta de los cafés, qué más quisiera que aventárselo en la cara. Le dije el total y el pago rápidamente.

-¡Dios! personas impotentes trabajando aquí. Max recuérdame no volver a venir aquí.

Se retiraron y pude respirar normal. No quería derrumbarme, pero las personas me miraban curiosas. Era la maldita huérfana. En cuanto llego mi compañero, me fui a mi descanso.

Salí de la cafetería y corrí al callejón que se encontraba alado. Comencé a patear todo lo que se encontraba a mí alrededor. Volví a ser débil y sentí las lágrimas correr por mi rostro.

Estúpida, maldita. ¿Por qué me odias dios? Estúpidos todos. Morir sería más sencillo.

-Deberías dejar de golpear cosas, puedes hacerte daño- me hablo alguien a mis espaldas. Era la voz de un hombre ¿Ahora qué? Me gire para encontrarme con Max, el chico de los ojos verdes.

-No es de tu incumbencia- le dije molesta ¿venia a burlarse?

-Lo siento. La verdad te seguí, lo que hizo Victoria no estuvo bien- me dijo, parecía apenado. Limpie mis lágrimas con brusquedad.

-Ya no importa. Ve y dile lo que quieras a Victoria. Déjame sola.

-No estoy aquí por ella. Victoria suele ser cruel, pero es la novia de mi amigo y debo salir con ella. De verdad lo siento, no quiero que la tomes contra mi ¿necesitas algo?

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