Capítulo 5: En este mundo pecador

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En esa noche, a Miguel le costó conciliar el sueño, había tantas cosas en su cabeza que sentía que se volvería loco con la información.

Lo peor del caso es que cuando logró hacerlo, terminó teniendo un sueño extraño.

Estaba en el infierno, había varios demonios dispersos e inquietos decidiendo entre ellos algo que parecía importante.

Logró reconocer a Azael entre ellos.

¡No podemos vivir como ovejas sin pastor!, ¡Necesitamos a alguien que nos lidere!, ¡Que sea capaz de transformar este infierno en un paraíso para nosotros! Su discurso lo sorprendió, no se lo esperaba, aunque Azael tenía madera de líder y por eso los que lo siguieron terminaron condenados.

¿En serio? Una voz irrumpió en el lugar y todos voltearon a ver a su dueño, era Luzbel—. Tal vez tú sólo seas el maldito lujurioso que llevó a sus hermanos directo al infierno pero... Le hablaba con arrogancia y los demonios lo miraban con desdén—. Se te olvida que yo soy un arcángel.

Nuestro Padre te relevó de ese cargo hace tiempo, Luzbel Azael se burló de su hermano y éste lo miró con desdén—. Ahora sólo eres un demonio común como todos nosotros.

Que ya no tenga el cargo no significa que no tenga el poder Hizo aparecer una espada con su poder y los demonios se pusieron alerta—. Y si tienen dudas, les invito a averiguar quién merece en verdad el puesto de líder.

Varios valientes se enfrentaron a él con todas sus fuerzas pero su hermano al poseer más poder y habilidades terminaba ganando, pero lo peor no fue eso, era una guerra a muerte, quien perdía moría, y nunca se imaginó ver a su hermano hacer pedazos a todos los que le enfrentaron.

Había cadáveres y pedazos por doquier, un charco de tinta negra que era su sangre y a su hermano pasando como si nada sobre ellos, sonriendo con locura mientras se limpiaba de la ropa la sangre que llevaba en sus manos.

Azael era uno de los pocos que quedaban con vida y que decidió enfrentarlo, tenía todas las de perder pero prefería morir a la humillación.

Nunca pensó que enfrentarse a su desquiciado hermano fuese más horrible de lo que creía. Luzbel estaba jugando con él, torturándolo de formas nada agradables al ojo humano.

Miguel observaba aterrado la escena, era como ver a un depredador y a su presa, no podía reconocer a su hermano, estaba completamente enfermo y había perdido la cordura.

Azael había perdido por no poder soportar sus torturas.

Creo que te equivocaste al creer que podrías superarme, hermanito Habló con sadismo mientras lo agarraba por el cuello. Azael intentó zafarse pero no podía—. Las basuras como tú no merecen piedad, y por faltarme el respeto te haré pedazos, maldito Sus ojos amarillos brillaron como fuego y empezó a reírse mientras pasaba su mano libre por su cara, llevando uno de sus dedos frente a su ojo izquierdo.

Lo último que vio fue a su hermano retorcerse del dolor, suplicándole a Luzbel que le tuviera piedad.

Miguel se despertó alterado, aquello que había visto era lo más espantoso y enfermo que jamás hubiese imaginado, eso no era normal, jamás había soñado algo tan feo.

Podía ver en la otra cama a su hermano Gabriel dormir plácidamente. No quiso molestarlo y decidió regresar a su forma de ángel para ver si algo andaba mal con él.

En efecto, sus manos estaban manchadas con tinieblas.

—No, ¡No! —Intentó no hablar en voz alta pero aquello lo estaba alterando—. ¡Esto es malo! —Empezó a llorar por miedo de terminar como sus hermanos caídos—. ¡Padre, sáname!

Entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora