V . Mujer

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Miércoles 14 De Marzo De 1870.

Tonatiuh fue a dos pueblos de ahí, de puerta en puerta, presentándose a los amigos y negociantes de su muerto padre para dar el avisó de su deceso cinco años tarde y presentándose como el nuevo heredero para cualquier trato.

Él siempre había sido el hijo inmaduro, descarriado, pero ahora se presentaba tan crecido y cambiado, con rasgos, casi idénticos al finado Felipe García. Sorprendió a los hombres y les dió un porqué a que la riqueza fuera suya; su actitud renovada, clase y experiencia.

No acordó negocios aquel día, pero con confianza Tiuh regresó a casa, sabiendo que pronto así sería, al final, apenas era su tercer día en el pueblo de Santa Mónica.

Cansado, con dolor de espalda, pies, sed y mucha hambre, iba de regreso a casa, cruzando las calles del pueblo incluyendo la que tenía la casa de su prometida, Lidia, que el día de ayer nunca llegó a la cita en el atrio.

Llegó a casa, recibido por un trabajador.

—Joven. Buenas tardes.

—Buenas ¿Será que la comida está lista? —Con sonrisa cansada, entró a la casa—.

—Lista, patrón. —Le señaló adentrarse—.

Quitándose asfixiado el moño del cuello, entró al comedor en donde encontró a Coco, Miguel y a su pasado, Diana; quedó perplejo.

—¡Hijo! —Socorro, emocionada—.

Diana se levantó, presentándose después de diez años sin verse. Ahí estaba como mujer, como opción para un, hasta que la muerte nos separé, para recordarle a Tonatiuh acontecimientos pasados y todo lo que sintió por ella.

—Hola, Tiuh.

—Diana, tanto sin verte. —sonrió sincero—.

—Tanto. —sonrió coqueta, manteniendo el contacto visual— ¿Quieres comer? Cociné yo.

—No, gracias. Estoy muy cansado, quiero bañarme, comer y dormir. —volteó a Coco— ¿Puedes ordenar eso en ese orden, Coco?

—Sí, hijo.

—Bueno. Hasta luego, Diana, fue bueno verte. —salió del lugar, dándole apenas una mirada a la invitada—.

Ese comedor se quedó en silencio. Tonatiuh salió y Miguel detrás de él, dejando decepcionada a Diana por la falsa ilusión que Coco le invento.

—Creo que no le agrado mucho verme. —Se sentó de nuevo, decepcionada—.

—Llegó cansado y tal vez no supo cómo reaccionar al volverte a ver. —Sonriendo condescendiente—.

—Se notó, no hizo ni un gesto. 

—Es su primer encuentro después de tantos años. —Juntaba los platos—.

—Pero no se veía entusiasmado por verme como usted me dijo y díez años son suficientes para olvidar. —Cuestionó lo dicho y los ánimos que le daba—.

—No cuando eres toda tú, preciosa. —La halago—.

Diana no supo qué decir ni cómo reaccionar a ese reconocimiento o cúmulo de características que Coco había encontrado en ella para ser la esposa de su “hijo“, la elegida por ella.

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⏰ Última actualización: Apr 22 ⏰

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