Un Addio Doloroso

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Una gota de sudor cayó por la frente de Eve mientras salía del brazo de su padre, extrañaba la sensación del aire en su rostro alzando levemente su cabello, solo había conseguido ponerse unos jeans viejos y gastados que su madre guardó cuando ella se fue de la casa de sus padres, era gracioso porque le quedaban algo cortos, una blusa de tirantes blanca que le llegaba a las caderas y unas zapatillas negras. Era el conjunto mas ridículo que habia usado, y se sentía algo extraña pero no le dio importancia y siguió caminando por el estacionamiento del Hospital, el clima era caluroso, pero esa no era la razón por la cual Eve sudaba, sino que se habia resignado a la idea de dejar al Doctor Dalton fuera de su vida. Entró al automóvil de su padre mientras su madre se emcargaba de sersiorarse que no le pasara nada, ella comenzaba a exasperarse, estaban tratandola de nuevo como a una niña, se introdujo a la parte trasera y se acomodó de una forma infantil, se cruzo de piernas justo en medio del asiento y se recostó en el respaldo, pudo sentir el aire acondicionado en su piel y dejo de sudar, en el trayecto a casa de sus padres tuvo la oportunidad de preguntar sobre su departamento, sus padres dijeron que no habian ingresado al lugar por respeto y que también decidieron esperar a que ella saliera del Hospital y cuestionarle que haria con el lugar.
Cuando el coche se detuvo ella se mordió levemente una uña, estaba nerviosa, era la primera vez que regresaba a su casa, a su hogar, a su vieja vida, solo que ahora haría falta una persona, Julián. Una lagrima de su ojo derecho salió, cada momento hermoso a lado de Julián llegaba de golpe a la mente de ella, cada sonrisa que él provocó en su rostro, cada carcajada que compartieron, cada abrazo que se dieron cuando lloraban o perdian sus juguetes. En el rostro de Eve se dibujó una sonrisa de melancolía y paso su pulgar por su mejilla deteniendo el progreso de sus lágrimas, sus padres la llevaron al interior de la casa, ya dentro ella pudo soltar un suspiro.

-se siente...igual a hace dos años-

Buscó con la palma de su mano las paredes y se estremeció al encontrarlas, recorrió con las yemas de sus dedos cada centímetro de ella, se guió de ellas para entrar a la sala de estar, parpadeó instintivamente y susurro:

-Sala de estar ¿no es así?-

-Esa misma-respondió su Padre-

Siguió caminando como si fuese un laberinto, sentía que era un reto el recorrer todo el camino, sus pies danzaban cuidadosamente el lugar encariñándose de nuevo a su viejo hogar. Respiró hondo y después de varias zancadas dijo:

-Cocina ¿verdad?-

-De nuevo adivinas-Carl sonaba algo paternal lo cual era raro, siempre era estricto y poco cariñoso-

Ella sonrió al escuchar que su respuesta era la correcta, siguió caminando y sintió la firme madera de la puerta trasera intervenir entre su recorrido en su rostro, se tocó la frente tratando de calmar el dolor y giró el pomo de la puerta, aspiro el dulce aroma de las flores y dijo:

-Jardín-

Su madre acarició su frente susurrando:

-Te has golpeado fuerte-

Ella ignoró el dolor y dedicó una bella sonrisa al exterior, luego recordó que tenia que ser mas cuidadosa con sus movimientos lo cual le molestaba, se quedo parada imaginando cada detalle del jardín como ella lo recordaba: habían varios y diversos tipos de flores, claveles, jeranios, rosales, pinos, árboles etc... Era un revoltijo de estaciones, invierno y primavera, verano y otoño, su madre era muy rara al momento de elegir plantas de temporada.
Pudo visualizar la banca que se encontraba al final del jardín, era blanca y de madera, era resistente y sobre todo muy firme. Mike y ella solían sentarse juntos por las tardes a cuestionarse que era lo que tenia el chocolate que lo hacia tan delicioso, siempre se hacían preguntas raras y peculiares. Reían y al final él terminaba durmiendo en el sofá de la sala de Eloise.
Eve le dijo a su madre:

Los Ojos de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora