Help.

31 3 7
                                    

Nada tenía sentido para Eve en ese momento, se sentía mal y lo único que el universo hizo fue poner al Hombre que ama frente a ella.

-Señorita Rutherford-. La voz de él Doctor Dalton era una mezcla de asombro y satisfacción.-

Ella parpadeó rápidamente y dijo con una nota poco visible de encanto :

-Doctor, parece que tiene problemas para conducir- tragó saliva y recordó un poco sus acontecimientos pasados- ¿Acaso intenta dejarme una vez más discapacitada? - Antes de poder darse cuenta de lo grosera e inoportuna que fue, Mike la tomó del brazo susurrandole:

-¿Qué te sucede?-
Ella negó con la cabeza y tragó duro, luego se volvió poco segura de su destino.
Mike se disculpó con el Doctor y la subió a la motocicleta una vez más, no sin antes darle un buen regaño, claro, totalmente merecido.
Sin más llegaron a la casa de su madre, Eve no dijo palabra, incluso Mike tuvo que irse, ambos estaban algo molestos. Ella se metió en su cama, repasando todo lo que le pudo haber dicho al Doctor, pero no, hizo lo más estúpido posible, merecía el premio como la rotunda torpe. Se cubrió hasta la cabeza con la idea de que, así nada malo le pasaría, le dolía el corazón, le dolía no haber dicho otra cosa, le dolía no poder estar con Dalton.
Pero, ¿Quién ama tan rápido a alguien?, ¿Quién es capaz de pensar en amor sin siquiera haber besado a esa persona?. Eve era torpe, era obstinada y lo peor; extrovertida, jamás podía ocultar bien sus emociones, algo que, siempre fue de desventaja.

No llamó a Mike en mucho tiempo, pasaron aproximadamente semanas sin que se contactaran de alguna forma, ella no tomaba sus llamadas y él no iba a buscarle. Probablemente Mike tenía un concepto totalmente distinto del Amor que el de ella, sin embargo siempre fueron pocos los momentos que hablaron acerca del tema.
Eve no desayunaba de la manera adecuada, tenía la estúpida idea acerca de la depresión; No comer, no salir, no sonreír. Pero por suerte tenía una madre a la cual le importaba dos litros de leche y de cualquier manera posible la hacía ingerir alimento, sin embargo, resistiéndose.

Blithe no la acompañaba, pareciera que el gato hiciera caso omiso de su presencia, no era tan amoroso y tierno cómo antes, algo andaba mal. Un Martes por la tarde, a mediados de Marzo, justo por los 10 y 20, ella estaba cobijada hasta el rostro, la cálida brisa del aíre desordenaba su cabello, ya no tan rojizo, sino más bien Guindo. Sus mejillas estaban pálidas, tenía las rodillas rodeadas con los brazos, y ahí donde va su corazón, un eterno e intenso dolor.
Se mantenía al margen con su tratamiento médico, con todo acerca de su...Accidente.
Sus padres tuvieron que salir, pero confiaban mucho en las manos de Mante, el mejor amigo de la familia, el primo de Eve.
Él quiso hacer algo con ella, cómo salir a caminar al parque o siquiera tomar un helado, pero ella siempre respondía en negación, siempre.
Había algo mal en ella, como si las garras de un Tigre hubieran rasgado su pecho hasta más no poder, y esa herida jamás cerrara.

Ella lloró hasta quedarse dormida, hasta perder la emoción en su corazón, suplicando miles de veces jamás despertar.
Entonces el celular junto a ella sonó haciéndola despertar sobresaltada, tardó unos segundos en encontrarlo hasta que su mano lo atrapó y contestó haciendo un mohín por el sueño.

-¿Si?-
Una respiración se escuchó al otro lado de la línea, una bastante agitada y nerviosa, ella pudo notarla y comenzó a bostezar, se frotó los ojos y volvió a preguntar:

-¿Te has quedado mudo, Viejo?-
De pronto la llamada terminó dejándole con el teléfono sobre la oreja.

-A que ha sido Mante-dejó con cierta molestia el celular en su cama poniéndose con dificultad de pie.
Su cuerpo se tambaleaba de un lado a otro, a pesar de ingerir un montón de medicinas, no notaba mucho cambio, hasta llegó a pensar que era ese 1% que no recupera la vista y se queda , mucho, demasiado jodido.
Logró llegar a la puerta, su mano buscaba el pomo, era desesperante e irritante de muchas formas, pero ¿Qué más le daba? El golpe que recibió en los ojos y los vidrios que se adentraron la dejaron bastante mal.
Abrió la puerta y salió muy despacio, un escalón por segundo, sus pies temblaban un poco de nervios, incluso su cuerpo se tensó un poco, al llegar a la mitad del recorrido por las escaleras dijo;

-¡Mante! No me juegues esas bromas, Torpe, no soy buena para sorprenderme-. Se detuvo unos minutos esperando oír respuesta, nada sucedió, ella volvió a insistir.
-¡Mante! Me estás jodiendo-su pie resbaló y cayó sobre su trasero, agarrando la madera como soporte de la escalera, sus ojos se cerraron por el buen golpe y trató de ponerse en pie, cuando la voz varonil y gruesa de Mante habló.

-¡Eve! ¿Estás bien?-ella pudo sentir la mano de Mante tomar la de ella y con la otra, rodear su cintura- Lo siento..
No sabía que me habías llamado, estaba atendiendo la puerta.-

Ella se sobó el culo con una mano, la otra apretaba la de Mante con algo llamado "Me las pagarás, Bobo".

-No importa, sólo me quedaré sin culo, Gracias...Ahora dime ¿Quién llamaba a la puerta? -

Mante soltó un bufido y la ayudó con mucha delicadeza a bajar todos los escalones.

-Ah, qué va, era un Tipo de gafas oscuras...Llamado Baldon-

Eve se congeló un instante en sus brazos, su cuerpo transmitiendo una corriente fría por cada músculo.

-¿Baldon? No quisiste decir...Da...¿Dalton?-pudo sentir su garganta secarse al tan sólo pronunciar aquel nombre, Mante la puso sobre sus pies y la tomó por los hombros.

-¡Claro, ya lo tomo! Entonces, ¿Lo conoces? Sigue en la puerta esperando, si quieres voy y le abro para que puedan...-

-¡No! Cállate- ella le cubrió la boca o bueno, al menos eso creyó- No quiero que le menciones mi presencia, ve a decirle que no me conoces, que me fui a Francia, que estoy dormida, que fui a andar en bicicleta, ¡Lo que sea! Sólo sácalo de aquí-

-¿Porqué rayos quieres que lo saque? Se ve buen tipo-

-Si, Hittler también lucía genial y todos sabemos que no lo era, Vamos Mante, estoy ciega y aún así capto lo obvio. Así que ve, dale una larga y aburrida explicación de tu trabajo como niñera y al final dile que estoy profundamente dormida, si quieres menciona mis ronquidos inventados pero ¡Hazlo!-ella lo empujó un poco y se sentó al final de la escalera tratando de calmar el bombeo de su sangre. Si ella y Dalton hablaban...Si tan sólo pudiera encontrarse con él, sería su fin, literalmente no pero se sentiría como si clavaran un puñal en su estómago, parecido al golpe de culo anterior.

Los Ojos de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora