06: Mariposas.

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Lionel no volvió a aparecer los días siguientes, y Pablo estaba en una batalla mental, él contra su cerebro. Él contra el deseo de buscarlo, de ir al registro donde tenía los números de teléfono de todos los padres y preguntarle, ¿qué pasó?
No se puede borrar esa imágen de Lionel triste, dañado, como nunca lo había visto en el poco tiempo que se conocían, y se odiaba por eso, se odiaba porque su mente no podía concebir que se fue sin despedirse y la última palabra que le dijo fue perdón.
Pablo no hacía más que rogar que ese capricho se le vaya pronto, que su mente se olvide rápido, aunque bueno, eso era sencillo; lo que era difícil es lograr que su corazón se olvide rápido de Lionel.

“Profe, ¡profe!” Pablo sale de ensueño en el que estaba sentado mirando las mariposas azules que había hecho la noche anterior, Cuti lo miraba con una mueca de confusión, no sabía que le pasaba al Profe pero últimamente parecía estar en Narnia todo el tiempo, la mirada pérdida y en la entrada, como si estuviera esperando algo o a alguien.

“Perdón Cuti, me distraje” le sonríe forzado y el menor sabe que algo le pasa, pero él no es el mejor hablando de sentimientos así que decide simplemente darle unas palmaditas en la espalda, esperando que sea suficiente.

“¿Todo bien profe?” llega Sonny también con un semblante preocupado, ya estaban cerrando porque hoy no llegaron muchos niños. Pablo los mira a los dos que están esperando una respuesta de él y le encantaría dárselas pero ni él puede entender que le pasa, ¿por qué le afecta tanto?

“Sí chicos, vayan si quieren. Yo me encargo de cerrar y dejar todo listo para mañana” les vuelve a sonreír intentando dar tranquilidad, y sus empleados se miran entre ellos, se encogen de hombros y se van después de despedirse.

Cuando Pablo esta solo se permite llevarse las manos a la cara y suspirar con fuerza, estirarse algunos cabellos de la frustración, seguro Lionel ni piensa en él o esta lidiando con cosas importantes, ¿por qué entonces tiene que estar así? Dios, ¡no lo conoce! No sabe ni siquiera de qué trabaja, no sabe dónde vive, no sabe cuantos años tiene, no sabe nada de él y aún así siente que lo conoce desde siempre, que lo debe ayudar si algo lo está atormentando. Es un boludo, claramente.
En medio de sus quejas las horas van pasando y decide qué es mejor cerrar e irse, y luchar con sus pensamientos en la comodidad de su hogar.

Al día siguiente...

Pablo decidió que ya no iba a pensar más en eso, que tenía fuerza de voluntad suficiente para superarlo, llegó a su trabajo con la energía a tope, también dejando bastante confundidos a Cuti y Sonny, que ya no entendían estos cambios de humor rotundos que tenía el profe, pero les hacía gracia.
Los niños empezaron a llegar y hoy parecía ser un día un poco más movido y atareado, por lo que Pablo agradecía ya que no tendría tiempo de dejar a su cabeza ganarle la batalla. Cuando estaba lo suficientemente distraído, llaman a la puerta. Pablo mira la hora dándose cuenta que habían pasado ya veinte minutos, hace una mueca e igual se acerca a abrir y ver de quien se trata.

Cuando abre tiene que procesar por unos segundos que parecen una eternidad, absolutamente descolocado.

El hijo mayor de Lionel, quien siempre estaba en el auto ahora está frente a él y tiene al pequeño Juli en sus brazos, las emociones se disparan en su interior porque también había extrañado a ese niño que era un ángel.

“¡Hola! ¿Cómo estás?” Pablo saluda y el adolescente sonríe en grande, entendiendo muchas cosas...

“Hola... dice mi viejo si lo podemos dejar” se rasca la nuca y le muestra a su hermanito, Pablo se asoma un poco hacía afuera y ve el auto de Lionel, con él dentro pero mirando hacía otro lado, su corazón le duele un poco pero no lo muestra.

“Obvio, hola Juli, te extrañamos” el niño aplaude de felicidad cuando Pablo lo sujeta en brazos y Leo siente que su corazón se ablanda, adora ver a su hermanito feliz y el profe ya le cae muy bien.

“Bueno, ¡gracias, chau!” el adolescente corre al auto y Pablo no puede evitar reírse, pensando que es tímido y bastante parecido a su padre, los ve marchar con una sensación de tranquilidad.

Cruza miradas por un segundo con Lionel. Y es suficiente para que todas las mariposas que había hecho revoloteen en su estómago de la felicidad.

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¡papá! • scaloni, aimar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora