01: Papá Lio.

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Lionel podría decir que desde que su vida se resumió a ser padre soltero de un adolescente y un niño de apenas dos años, trabajando de absolutamente cualquier cosa que pueda poner comida en su mesa y además lidiar con un corazón que intenta sanar, su vida es aunque sea un poquito más complicada.
Sí, no hay nada que ame más que a sus hijos y a veces hasta se alegra de que su matrimonio se haya acabado. Sí, se muestra tranquilo, como si nada pudiera derrumbar a esa personalidad de roble que se construyó. Pero a la noche, cuando sus dos hijos están durmiendo y él se encuentra solo en su habitación, mirando el techo, alguna lagrimita se le puede escapar. Tiene que reconocer que también hay días buenos, donde parece que las cosas salen bien y que es el padre del año, el que puede con todo, el que va a sacar a esos chicos adelante para que tengan la mejor vida posible.

Hoy no era uno de esos días tan fáciles.

Para empezar, era el primer día que iba a dejar a Julián en la nueva guardería a la vuelta de su casa, es decir, en un lugar donde todavía no conocía a nadie y Dios, para alguien tan desconfiado como Lionel eso era un pico de estrés increíble. Pero no tenía otro lugar y hoy empezaba su nuevo trabajo, ¿sus padres? prefiere no hablar de ese tema, ¿sus amigos? son capaces de darle cerveza al pequeño Juli; así que su hijo mayor, Leo (Lionel, como él) lo había convencido de que Julián iba a estar perfectamente bien en ese lugar con, repito, desconocidos, no le quedaba otra que confiar. Aunque ahora ese era el menor de sus problemas, porque se había quedado dormido y tenía que hacer todo a las corridas, como si fuera fácil lograr que un bebé y un adolescente desayunen, Leo no despegaba la vista del teléfono ni por un segundo, tenía que darle un "suavecito" golpe en la cabeza para que reaccione y se coma las tostadas que tanto le habían costado.

“Viejo, esta tostada está re quemada” Dios, justo le toca la única que se quemó. Scaloni suspira y le dice que no la coma.

“Tomate el jugo aunque sea” ruega el mayor y de inmediato ve una mueca de asco en Leo. “Dale hijo, lo exprimí” ahora es el adolescente el que bufa y se toma dos sorbos del jugo que exprimió su apurado padre, ve como flota una semilla y le agarra la risa.

Mientras tanto, su padre maniobra con Julián y la ropa de bebé que es tan complicada de poner, su esposa lo hacía ver tan fácil, que mentira. Finalmente lo sienta en la silla para niños, al lado de su hermano mayor; por suerte Julián era el bebé más tranquilo que puede haberle pedido al universo, él se sonreía por todos mostrando sus dientitos, aplaudiendo de la felicidad como su hermano y papá le habían enseñado. Leo también ayudaba mucho cuando estaba de buen humor, ninguno de los dos daba problemas y eso para Lionel era el mayor de sus premios.

“Uh papá, el Juli tiene un olor” dice Leo mientras el bebé se ríe y le agarra el dedo con su manito.

“No me digas” dice con sarcasmo Lionel mientras se intenta acomodar la corbata, guardar las cosas de Juli en su bolso y atarse los cordones, todo a la vez.
Su hijo mayor parece apiadarse de él y toma a su hermanito en brazos.

“Yo lo cambio, no te preocupes” le palmea la espalda a su papá y Lionel siente un poco de alivio.

“Bueno, yo voy a subir las cosas al auto, pagarle el alquiler, dejarte plata para cuando vuelvas, agarrar mis cosas y...” suelta un suspiro largo después de nombrar todas sus tareas, rogando que no se le olvide nada.

En poco menos de quince minutos, la familia deja la casa, primero a dejar a Leo, que casi se va sin saludar cuando ve a sus amigos y corre a encontrarse con ellos, Lionel toca la bocina en forma de saludo y chequea a Juli por el espejo retrovisor, que está muy comodo sentado en su sillita, con su chupete de Spider-Man, peinado de una forma rara (culpa de Leo).
Cuando Lionel estaciona en la guardería, tiene que apoyar la cabeza en el volante por un microsegundo, se repite en voz baja que tiene que confiar en la gente, y que todo va a salir bien. Baja del auto y toma a su hijo, su bolso con todas las cosas necesarias. Siente como Juli lo agarra con sus manitos y le dan ganas de llorar, pero tiene que ser fuerte. Por favor, ¿cuando se volvió tan papá?

Julián parece saber lo que se viene porque hace el amague de llorar, formando un puchero cuando su papá le saca el chupete. De inmediato Lionel lo arrulla un poco en sus brazos, intentando transmitirle esa confianza que no tiene y que seguramente su hijo puede notar.

“¿Tenemos un nuevito?” una voz completamente nueva y con un acento que Lionel no puede descifrar se dirige a él y a su hijo. El padre se voltea, viendo a un hombre bajito, de rulos y ojos de bambi, una sonrisa cálida (típica de profesor, de maestro) Lionel siente un gramo de confianza al verlo, algo extraño que nunca le había pasado. “Hola, soy Pablo” le extiende la mano para que Lionel la estreche y así lo hace, dándose cuenta que tiene tempera en las manos, además de una ropa colorida que tiene toda la atención del pequeño Julián.

“Soy Lionel, y él es Julián” el bebé mira a Pablo con sus ojos enormes y curiosos, Lio no puede evitar sonreír. “Hola decile” le habla a su bebé, moviendo su pequeña manito.

“Bueno, papá Lio” le sonríe Pablo “¿Lo querés dejar?” Pablo extiende sus brazos para tomar a Julián, que no duda en irse con el hombre. Traidor, piensa su padre.

“La verdad que no, pero parece que ya le caes bien” Lionel siente sus ojos húmedos pero se recuerda que tiene que ser fuerte, así que rápidamente le da un beso a su hijo en la frente, que ya no se muestra con ganas de llorar o alguna incomodidad, es más, juega con los rulos de Pablo que puede alcanzar con su manito.

“Te prometo que lo voy—lo vamos a cuidar bien” Pablo y Lionel se sonríen y se dan la mano una vez más. Lionel observa como los dos entran a la guardería y suspira largo y pesado. Su día debe continuar.

777.

holis! hace mucho no escribía, que nervios 😭

espero que les guste, se lo dedico a las hermanas de twitter que me dieron la idea mwaaaah!

(que no salga de aca xfa scaloni me da miedo)

¡papá! • scaloni, aimar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora