Life

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Sus ojos se abrieron lentamente observando que a su alrededor era todo oscuro.

—Mierda...¿Qué chingados paso?—pensó el hibrido pato mientras se levantaba.

El lugar en donde se encontraba era una cueva, oscura y muy profunda a su parecer. No podía ver nada.

—¡¡PINCHES PENDEJOS ME DEJARON LOSHIJOSDESUPUTISIMAMADRE!!—

Se escuchó el grito del joven dentro de la cueva, provocando un eco que hizo asustar al de gorro.

Este empezó su recorrido para buscar la salida e ir a reclamar a sus amigos por dejarlo a su suerte, susurraba insultos y pateaba todo a su alrededor mientras una pequeña presencia lo seguia.

Al salir por fin de la cueva, el sol golpeo sus ojos a siéndolo petañar varias veces ya acostumbrada su vista estiro su manos hacia el cielo al igual que sus pequeñas alas amarillas.

—¿¿Donde putas estoy??– dijo observando el lugar.

Un desierto, sin vegetación, sin casas, sin vida, no habia nada en ese lugar. Aún con esperanzas de ver a los demás se subió a una plataforma más alta para ver alrededor suyo si encontraba algo.

Lo único que observo era arena, arena y más arena.

Se puso nervioso.

Siguió buscando con la mirada.

—¡quack!— una pequeña voz se escuchó bajo sus pies.

—AY!— gritó asustado de la repentida voz del menor —Ay...Ti-Titi no vuelvas a hacer eso cabron— dijo mientras se tocaba el pecho.

Aun con el corazón en la boca, recién se dio cuenta que su pequeño hermanito estaba con el.

—¡TITI ESTAS AQUI!— gritó de alegria mientras agarraba al menor para levantarlo y empezar a saltar de felicidad.

El más pequeño solo se reía y tiraba coetes al cielo por la repentida diversión que le brindaba su hermano. Pero eso sólo duró unos minutos por parte del mayor.

—Perate Titi ¿Estuviste aquí todo este tiempo?—dijo confundido aun con el menor en manos

—¡Du!— exclamó feliz.

El de gorra aun no puede entender como no pudo darse cuenta que Titi estuvo con él desde que se levantó de aquella horrible cueva tenebrosa.

—Nomames ¿Y por qué no dijiste algo?— le dijo al menor.

El menor ahora enojado le pego al mayor.

El pequeño había seguido al mayor desde que se levantó, habló con este pero él seguía murmurando cosas sin sentido, lo había ignorado.

—¡ERA BROMA TITI!— gritó mientras recibia otro golpe —¡QUE ERA BROMAA!

El pequeño aun enojado por la regañada dejó de golpear a su hermano.

—Pinché escuincle— susurró.

Y haci ambos tomaron rumbo para buscar a sus amigos dentro del desierto.

(—)

Quackity siente que esta por morir, pasaron horas (según él) y aún no encuentran nada, ningun rastro de nadie.

—Titi creo que ya no le podre, déjame aqui— dijo mientras se tiraba dramáticamente en la arena.

—Dui?— preguntó el pequeño.

—Nomames Titi recien te das cuenta ya llevamos como días aquí, no hay nadiee— se siguió quejando.

—¡Du!— gritó feliz el niño apuntando un lugar.

El mayor se levanto de su miseria y observo el lugar señalado. Era un pueblo, ciudad o lo que sea eso pero seguro que había gente o mejor aun sus amigos.

—!Vamonos Titi que seguro están ahí los demás¡—  dijo y ambos corrieron al lugar señalado.

Ambos corrían por el desierto para llegar a aquel lugar enorme, ya podían distinguir una carretera y un poco más lejos un letrero con el nombre del lugar. Mientras más se acercaban a su destino más se desilusionaban, si era una ciudad pero una abandonada.

—Ay no vuelvo a confiar en escuincles maleducados, no-no-no nunca más— dijo recibiendo otro golpe del menor.

El lugar se veía horrible para ojos de ambos, desde la entrada se veía todo destrozado y desolado, aún haci los dos siguieron su rumbo adentro de este.

—Du?– preguntó.

—Creo que dice "Las N-uevas"— respondió —Que pinche publicidad falsa— dijo mirando el lugar.

Se adentraron dentro de la nación, esperando encontrar a alguien que los ayude. Ambos pasaron por restaurantes, una torre gigante, un club y más cosas del lugar que estaban abandonadas. Al final solo les faltaba aquella construcción gigante, el casino. Con tranquilidad dieron pasos hacia el lugar sin esperar que algo malo pasara.

Ya dentro de esta los dos no se sorprendieron de lo destrozado que estaba todo.

—¡¿HAY ALGUIEN AQUÍ?!— gritó juntando sus manos para que se escuche más alto.

—¡DU!— gritó siguiendo al mayor.

Solo se escuchó el eco de sus voces.

Y el lanzamiento de una flecha que rozo el rostro del pelinegro.

¡¿Quienes son?! ¡¿Y que hac— gritó, antes de terminar su pregunta a los extraño observó bien a la persona con gorro —N-no puede ser...— su voz salio temblorosa de miedo.

—¡Hey hijo de puta casi me das pendejo!— gritó molesto.

Quien amenazó la vida del híbrido pato estaba confundido y asustado, no entendió nada de lo que le acaban de decir y peor aún no entendía como él estaba ahí.

Esto debe ser una maldita pesadilla— susurró para si mismo sujetándose la cabeza.

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