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El ambiente del bar estaba más animado a medida que se hacía más tarde, a lo lejos resonaba un sonido melodioso, la voz de una mujer que cantaba dulcemente destruyendo los silencios incómodos que se pueden generar entre las personas, por su puesto él sabía que aquella dama no estaba presente en el establecimiento, su voz había sido encapsulada en una extraña caja que repetía la tonada cuando el dueño quisiera o al menos para Lu Bu esto era así pues desconocía los equipos de sonido.

¿Cuántas horas han pasado desde que llegué?— Enfocó su mirada marchita al reloj en la pared, eran las 11 de la noche, llevaba bastante tiempo bebiendo un trago tras otro y todavía seguía como si nada, por más fuertes que sean estos no surtian mucho efecto en él.

Otra vez el aburrimiento inundaba su cuerpo, el olor a alcohol mezclado con tabaco le empezaba a desagradar, lo peor del asunto es que allí no había nadie interesante aparte de aquel exquisito pelirrojo, pero él estaba descartado... Hace un par de minutos había visto una especie de demonio fornido que llamó medianamente su atención, no era la gran cosa pero serviría para saciar sus deseos por esta noche.

Sin embargo por azares del destino en ese mismo instante el hombre que realmente quería en su cama se acercó un segundo a la barra, bastante cerca de donde él estaba sentado, solo fue a pedir una copa de martini y volver a su mesa, pero ahí fue que el moreno escucho la sexy y varonil voz que poseía, vio de cerca esos sensuales labios e incluso por un momento vio más de cerca su mirada, esta por algún motivo se veía solitaria y vacía.

Un dato importante es que pudo notar que no era humano o al menos no del todo, poseía características muy extrañas, empezando por sus ojos de esclerotica negra y aquellos patrones dorados en su frente y rostro, un aspecto casi inhumano e inalcanzable que sólo hacía que le resulte mil veces más atractivo, tenía una belleza única, fuera de este planeta... Es más parecía pertenece a un plano de la existencia diferente a este.

Trató de mantener la compostura, su cuerpo se calentó más al oírlo y oler su fragancia, Dios ese maldito hombre... Quería saltar encima de él y gritarle que lo follara toda la noche sin piedad alguna pero eso sería tocar fondo y quizá meterse en problemas, cerró los ojos y mordió su labio con fuerza esperando a que se fuera, cuando abrió los ojos nuevamente no sólo no estaba el pelirrojo sino que tampoco estaba el demonio al que le había echado el ojo, se había ido con una ninfa.

Chasqueo la lengua frustrado ¿Qué más quería ese hombre de él? No se podía acostar con él y tampoco lo dejaba acostarse con otros... Sus esperanzas de tener acción esta noche se desvanecían a medida que los minutos seguían su curso.

¿Qué estoy haciendo con mi vida?— Sentía que esa pregunta debió habersela hecho hace mucho tiempo, ahora más que nunca su vida carecía de sentido, no tenía un objetivo claro, ni nadie con quien luchar, solo estaba ahí para esperar órdenes de una tipa desconocida, dormir, comer, pasear con Red Hare y tener relaciones muy de vez en cuando.

Degustó un poco más su trago, por su mente pasaron múltiples recuerdos y experiencias vividas, una vida de la que seguro su padre no estaría orgulloso... rememoró el día en que sin desearlo fue introducido en el sucio y turbulento mundo del sexo, ya hace muchísimos años, era apenas un adolescente inexperto cuando conoció al hombre que le arrebató su virginidad.

El era conocido cómo... La obra maestra de Esparta, Gryps.

Su último oponente de la Titanomaquia, pero antes de su enfrentamiento le había visto tras bastidores, no se dio cuenta como ese hombre fornido le dedicaba una mirada llena de lujuria, examinando su aún inmaduro cuerpo de arriba a abajo, harto de la espera se acercó con la excusa de pedirle llevar un arma y luego le dedicó unas cuantas palabras de aliento a Narciso, cuando este último se fue se dirigió a la fuente de su excitación.

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