to carry out

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"Honey Tea", no es una cafetería normal.

Es un espacio para estudiar, trabajar o compartir momentos de la mano de un buen capuchino. Es un establecimiento muy parecido a una estructura familiar; todos los camareros saben el nombre de cada una de las personas que frecuentaban el local, desde los vecinos de la zona hasta los cansados viajeros que diariamente emprenden una larga travesía para disfrutar del delicioso café, que con tanto esmero y cariño se prepara.

Nadie era capaz de mencionar algún otro establecimiento que se le pudiera, al menos, parecer; había romance, chismes, alegrías, tristezas, tragedias y drama. En aquellas mesitas se escribía una nueva historia cada día. Todos aseguraban que entrar por las puertas de Honey Tea significaba quedar atrapado ahí para siempre, ya que su encanto, comodidad y excelente menú te invitaban a quedarte, volver y no querer alejarte.

Beomgyu llevaba cinco, cansados pero gustosos, años trabajando en ese lugar, por lo que podía dar fe y legalidad de todas las cosas que se decían de el. Por supuesto que visitarlo resultaba mágico, pero trabajar ahí lo era mucho más; grandiosos compañeros, excelente ambiente laboral, cercanía con el cliente, sueldos para morirse de la risa, café amargo como ningún otro, jefe despreocupado. Sin duda la mezcla perfecta para el perfecto trabajo.

Todos los días eran básicamente iguales.

Beomgyu saludaba siempre con una sonrisa, preguntaba la orden, la preparaba, la servía y posteriormente, se disponía a escuchar lo que el cliente tenía que decir. Todo era parte de un ritual bien conocido, una amistad tacita de empleado-cliente que hacía prosperar el lugar. 

Todo era normal. Rutinario. Fugaz.
Pero el destino recién había comenzado a jugar sus cartas.


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Diciembre, y su clima invernal, apareció junto a un pelirosa que jamás se había visto en el establecimiento. Alto, guapo y de mirada sería. Un misterio por resolver.

Claramente, al ser nuevo, todas las miradas se posaron sobre él en cuanto cruzó la puerta, pero no pareció importarle. Solo quería una bebida caliente que pudiera aliviar el terrible frío que sentía. Así que camino hasta una mesa vacía, miro por la ventana y espero a que alguien tomará su orden.

- Beom, ¿puedes atender al hombre apuesto de aquella mesa? - pregunto su compañero.

- Estoy ocupado...Minju pidió que escribiera "felicidades" en un pedazo de pastel y es realmente complicado.

- ¿Felicidades?, pero no es su cumpleaños.

- Es para su hermana, creo que está embarazada.

- Debería comprarle algo para el bebé, no una rebana de pastel de vainilla.

- Cierto, ¿Qué tal si se lo comentas después de que tomes la orden de ese sujeto? - respondió con ironía.

Jeongin rio sin ganas y camino hasta la mesa para tomar su orden.

milk coffee | yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora