8. Hogsmeade.

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Cuando Narcissa bajó a desayunar a la mañana siguiente, se encontró a Lucius sentado a la mesa con lo que parecía una resaca maligna. Llevaba el pelo rubio plateado suelto y lacio alrededor de la cara pálida y parecía llevar la misma camisa de ayer. También estaba claramente de mal humor, ladrando insultos y órdenes a Dobby en tono cortante.

Narcissa se acomodó en su asiento habitual, mirando a su marido todo el tiempo. Cuando Lucius ni siquiera la saludó, tosió y dijo: "Espero una disculpa".

Lucius levantó la mirada inyectada en sangre de los huevos benedictinos que había estado empujando con poco entusiasmo alrededor de su plato. Sus ojos se abrieron ligeramente, como si le sorprendiera la repentina presencia de su mujer en la mesa. " ¿Disculpa?", dijo con voz ronca.

Paciencia, se dijo Narcissa. Está claro que no es él mismo.

"Una disculpa, Lucius", murmuró ella, acercándose a la cafetera. "Tu comportamiento de anoche fue..." Pero fue interrumpida por la áspera carcajada de su marido. Narcissa se quedó callada, con la cafetera sobre la taza vacía.

"¿Mi comportamiento?", espetó. "Fuiste tú quien entró en mi despacho sin avisar...".

"¡Estabas bebiendo tu propio peso en Whisky de Fuego!" Narcissa se encontró de repente chillando. "Y todo ese asunto de las ventanas..."

"¡LO QUE HAGO EN MI ESTUDIO ES ASUNTO MÍO!" tronó Lucius, golpeando la mesa con el puño y volcando los cubiertos.

Se hizo el silencio. Narcissa se dio cuenta de que la mano que sostenía la cafetera temblaba. La dejó en el suelo con cuidado, intentando no revelar su sorpresa ante el arrebato de Lucius. Había cerrado los ojos y se frotaba la sien con cansancio. Evidentemente, sus gritos habían herido su frágil cabeza aquella mañana.

Narcissa tragó saliva. Luego se levantó lentamente de la silla, con la intención de subir, buscar a Draco e ir a casa de su hermana.

"Narcissa", dijo Lucius bruscamente, cuando ella se apartó de la mesa.

Ella vaciló.

"Yo... lo siento", dijo en voz baja. Todavía tenía una mano masajeándole la cabeza. "Tienes razón. Ayer me porté mal. No debería haberte gritado".

Narcissa lo observó atentamente. Luego volvió a sentarse y extendió la mano sobre la mesa para envolver la suya; un gesto de paz. "Lucius dijo con suavidad, ¿qué pasa? ¿Qué te preocupa tanto? ¿Tiene algo que ver con la... acción... que llevaste a cabo para el Señor Tenebroso?".

Tragó saliva, con la nuez de Adán subiéndole y bajándole por la garganta. Miró hacia la mesa y dirigió sus siguientes palabras a sus manos entrelazadas. "Yo...", empezó, pero enseguida se interrumpió de nuevo.

Narcissa se inclinó hacia delante y le apretó la mano. Dímelo, pensó en silencio. Dime de qué se trata. Siempre lo hemos compartido todo: nuestro dolor, nuestra alegría, nuestro amor.

Lucius dio un largo suspiro. "Lo siento dijo bruscamente. "No volverá a ocurrir".

Narcissa permaneció inmóvil durante unos largos segundos, mientras comprendía que él no se abriría a ella. Luego le soltó la mano y murmuró: "Voy a salir".

DEMONS - Una precuela de Cally Lockhart ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora