Se burlaron de ella. La acusaron de débil, frágil, rara, inútil.
Se sintió mal por ello; sin embargo, no permaneció de brazos cruzados.
El destino tiene muchas formas de revertirse.
Ella ni siquiera lo planeó.
como tampoco estaba en sus planes ena...
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Narrador omnisciente.
Los ojos del rey se iluminaron con sorpresa, sus guardias ingresaron nuevamente con la prisionera acusada. Después de que su amiga profesara a los cuatro vientos su condición actual, un interés repentino surgió muy dentro suyo y ordenó a las esclavas que le dieran un mejor aspecto con un baño y curación.
Un poco de agua y jabón si hacía la diferencia, quitaba rastros de sangre, suturaba heridas visibles y sin dudas dejaba al descubierto una belleza particular. A simple vista los rasgos de Gine se le hacían hermosos; tenía dos ojos grandes, luminosos, resaltaban a causa de esa frondosa capa de pestañas que le daba un aspecto delicado y femenino; una nariz perfilada; los labios gruesos y en simetría se asemejaban a la forma de un corazón; la piel muy pálida con mejillas levemente coloridas.
Era el rostro más delicado que había visto en su vida.
—¿Que opinas? —el soberano consultó en dirección a su primogénito.
El príncipe se detuvo a observarla por un par de segundos, antes de dar el visto bueno y seguido de esto respondió muy vagamente.
—Es bonita...
—¿Y?
—Solo eso —concluyó con algo de fastidio. Odiaba que su molesto padre lo involucrara en sus cuestiones libidinosas— no es voluptuosa como el resto de las mujeres con las que acostumbras copular, tampoco es avasallante o muy espléndida. Pero, sin dudas hay algo que no la hace ver tan patética.
—Creí que solo era un delirio de mi parte.
—Puede que ya estés demasiado viejo, padre —Vegeta farfullo por lo bajo, de igual forma fue observado con un gesto desaprobatorio.
—Veo que mi hijo también observa lo mismo que yo. Hay un algo que me provoca no poder quitarte los ojos de encima —el soberano besó por encima la mano de la prisionera, ganándose el rencor de cierto peli-palmera que observaba en desacuerdo la situación.
La Corte real empezaba a impasientarce y en no menos de un minuto se escucharon murmullos de parte de todos los allí presentes en el patio de ejecuciones. No entendían porque el rey Vegeta premeditada tanto el destino de la prisionera, únicamente querían ver la última cabeza de la lista rodar por la aterciopelada alfombra, para poder comer tranquilos y regresar a sus casas.
—Te propongo algo —luego de algunos minutos de funesto silencio, la voz del rey se hizo presente ante las quejas—: Quedas exonerada de tus cargos, la sentencia perimetral que se efectuó contra tu padre quedará invalidada tras su muerte, te concedo la libertad... Siempre y cuando —concluyó autoritario—: consumes tu celo conmigo y aceptes formar parte de mi harem.
Tras escuchar las palabras del rey la Corte real jadeó sorpresivamente.
—P-pero, su Majestad —uno de sus consejeros de confianza se levantó de inmediato- ¡Sería una desonrra para usted revolcarse con una vil traidora!.
