Se burlaron de ella. La acusaron de débil, frágil, rara, inútil.
Se sintió mal por ello; sin embargo, no permaneció de brazos cruzados.
El destino tiene muchas formas de revertirse.
Ella ni siquiera lo planeó.
como tampoco estaba en sus planes ena...
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Papá.
Perdón...
Yo...
- ¡Papá! -exclamé con agitación, una vez que me despierto.
Me cuesta reconocer el espacio por que tan solo a escasos momentos vuelvo a la realidad. Ese resorte viejo clavándose en mi espalda deja en clara evidencia el lugar donde estoy.
Yo.
¿Fue un sueño?.
No.
Tuve una horrenda pesadilla.
Metía la pata y luego, un tipo sexi desconocido acudía en mi rescate.
- Es algo atrevido que me llames de esa forma, pero gracias -oigo una voz a mis espaldas.
¿De nuevo hablé en voz alta?.
Uff... Tendré que morder mi lengua o conseguir algún dispositivo o terapeuta que me ayude.
Yo que se, esta es una mala maña.
¡Concentra te Gine!.
- Quedate quieta -la voz grave y demandante de mi salvador nuevamente resuena en mi alcoba.
Momento.
¿Como terminamos aquí?.
¿Mi papá?.
Lo observo con nerviosismo y mis ojos se abren de golpe por tal sorpresa que acabo de llevarme. Este tipo, se acerca a mí con un botiquín de primeros auxilios para brindarme ayuda.
Estoy semidesnuda.
Y ambos estamos en mi cuarto.
Ese viejo...
Mi papá...
¿Que demo...
- Tu padre está descansando en el sofá, se desmayó; pero está bien -me informa- en cuanto a la otra escoria, me encargué de echarlo a la calle. No tenían un lugar mas comodo en el que pudieras descansar, por eso te traje aquí -finaliza mis dudas con un tono de voz calmado.
Este tipo, cabeza de palmera.
¿Acaso leé la mente?.
Responde a cada una de mis dudas incluso antes de que las pueda manifestar.
Sorprendente.
- ¿Que haces? -me separo de él dandole un empujón y me cubro con una manta con velocidad.
- Intento tratar tus heridas -me interrumpe sujetándome por los hombros.
Muy cerca. La tela se resbala de entre mis dedos y su torso masculino -que de seguro oculta unos buenos abdominales debajo- choca con mi escasa anatomía.
Siento como mi corazón se acelera, la sangre se sube a mis mejillas y los pequeños limones que me fueron asignados como pechos se estremecen ante su tacto.