Eran las dos y quince de la tarde, los chicos no aguantaban más. Pleno verano en Buenos Aires, treinta y cinco grados, y los alumnos no tenían permitido llevar ni pollera ni short, aunque éste fuera de los antiguos que vendía la institución, hace dos años se habían prohibido porque los chicos recortaban las prendas y era "provocador" y "una distracción" aunque ahora que lo pensaban parecía que la distracción era para el viejo verde que tenían en plástica, pero bueno, ese es otro asunto.
Qué escuela poronga, no? Es por eso que Julián Álvarez ya no está ahí, en cambio está en la escuela pública que quedaba a un par de cuadras de su casa, en esa escuela podía ir en boxer y no le decían nada al nene, menos bola los directivos y profesores.
Era la segunda semana del castaño en la escuela, todavía no conocía ni a la mitad de sus compañeros, porque la mayoría faltaba seguido, pero a algunos ya les había sacado la ficha, igual a los profesores, conocía solamente a dos que parecía que si tenían ganas de trabajar, de resto era pura hora libre, no se quejaba.
Sonó la campana y todos fueron como una estampida a la puerta, chocandose entre sí con tal de salir de ese "infierno", aunque para Julián eran como vacaciones las clases.
Salió después que todos ya se habían ido, no quería que le pisen las zapas nuevas los monos que tenía de compañeros. Todavía no entendía cómo teniendo diecisiete la mayoría parecía de primaria, en especial un grupito de turros.
Cuando estaba pasando por la segunda esquina de camino a su casa, después de haber parado en la primera para comprarse un helado de agua que no le duró una poronga, miró para los costados, no quería morir como un boludo por no perder dos segundos mirando a ver si venía algo.
Se congeló. No vió un auto viniendo a 100 km por segundo, vió como le robaban a un pibe, pero no cualquier pibe, a Rodrigo, su compañero. Ese hijo de puta era insoportable, salía con una mina que estaba forrada en guita e igual iba a la pública, solo para alardear frente a los demás. Pudo ver cómo De Paul al borde de las lágrimas le daba con manos temblorosas su iPhone 12 pro max traído del volcán de nunca jamás al chorro.
Reaccionó cuando Rodrigo había visto en su dirección, pidiéndole ayuda de forma silenciosa con la mirada, y como no, el que le estaba choreando se dió cuenta que el otro miraba a sus espaldas, era un pelotudo de mierda el de barba.
Cuando unos ojos chinitos chocaron contra los suyos volvió a perder noción de la situación, se quedó en blanco, eran muy lindos. Pero volvió a caer en cuenta de lo que pasaba, por segunda vez, porque el morocho, que tenía tremendo caño en la mano derecha, se movió en su dirección.
Ahí nomás le pintó correcaminos, y en menos de un minuto ya estaba a dos cuadras y media, frenó únicamente porque llegó a la ruta y el semáforo se había puesto en color rojo, prefería que lo maten de un cuetazo a morir chocado.
Miró para atrás por séptima vez, rogándole al dios en el que no creía que el morocho de gorra no estuviera atrás suyo, aunque muy en el fondo le encantaría que apareciera ahí, así podía ver mejor la bonita cara que alcanzó a distinguir que portaba aquel pelinegro. En su cabeza sonó por un momento "criminal" de Britney Spears, pero al parecer el chico no se había molestado en seguirlo, así que de forma tranquila siguió con su camino a casa como si nada. Cuando llegó tiró su mochila del hombre araña al piso y corrió a la cocina en busca de su vieja, viendo que esta estaba terminando de fritar un par de milanesas.
-Ma, no sabés lo que me pasó- habló rápidamente mientras se acercaba a saludarla con un beso en el cachete -cuando estaba en la esquina de Doña Carmen por cruzar la calle le estaban robando a un compañero-.
-Qué?- preguntó su madre alargando la letra e notablemente impactada -En lo de Doña Carmen?- la mujer preguntó, incrédula, mientras dejaba de lado la milanesa en el sartén.
-Si, encima el pibe me vió y casi encara para donde estaba yo, pero me fui a la mierda ahí nomás, me pegué un pique hasta la ruta- mientras decía eso hacia el gesto de velocidad con la mano en el cual sus dedos producían un leve chasquido, a la vez que soltaba un suspiro.
Con sus cejas fruncidas la mamá de Julián del enojo soltó un -Ahh- claramente disgustada -Seguramente era el hijo de Ricky, el pendejo ese se la pasa choreando y drogándose cerca de lo de Lucho- chasqueó la lengua y negó, poniendose una mano en la cintura, giró hacía el sartén y sacó la milanesa levemente quemada -Cuando pasen cosas así no esperes a que se den cuenta que estás ahí, andate ni bien te das cuenta de la situación mogólico- lo retó sutilmente.
Julián sabía que lo decía más porque estaba asustada que por real enojo, así que se acercó y la abrazó como el dulce hijo que era.
-Sé que sos chusma, yo también lo soy, pero prefiero que tengamos un día aburrido a uno en el que te tenga que ir a ver a el hospital o a la morgue- agregó la señora de cuarenta y cinco años, por suerte siempre pensando lo mejor ella.
La araña se separó un poco del abrazo para verla a la cara -igual estaba re lindo el chorro mami- y después sonrió, sintiendo como Clara le pegaba con el tenedor en la espalda, terminando la charla con él yendose enseguida para su pieza de forma rápida mientras gritaba un "Avisame cuando esté la comida así pongo la mesa" a su mamá.
Había sido un día interesante, definitivamente. Pero lo que iba a venir después lo era aún más.
BUENO, ESPERO QUE ESTÉ BIEN Y QUE LES HAYA GUSTADO LA IDEA :p
si alguien lee esto y ve alguna falta de ortografía, redacción, coherencia, o cualquier cosa que esté mal jwiwjdkdk me dice y lo arreglo, sin miedo al éxito.
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Para él, su gatito | Julián X Enzo
HumorEnzo es un turro que todos respetan, considerado un gato por sus compañeros de escuela, pero cuando está en la privacidad de la habitación de Julián con él, es todo un gatito. -Intento de humor, pero no esperen demasiado :P -Desarrollo piola /ponele...