Infancia

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Narra Pepa

Estábamos jugando al escondite, Julieta, Bruno y yo. Mamá estaba con unas personas del pueblo arreglando unas cosas para la fiesta en la que recibiríamos nuestro don.
Tenía curiosidad de saber cuál era el mío, aunque con lo sentimental que era tenía la intuición de que iba a ser algo relacionado con eso y que probablemente no me gustaría, vi cómo Julieta corría a lo lejos escondiendose en un pequeño hueco comprendido entre una palmera y la pared de un edificio. Yo enseguida fui con ella, pues me encantaba estar con mi hermana y además siempre encontraba escondites muy buenos, cuando llegué vi que no cabía bien por lo que decidí sentarme a horcajadas encima suyo, yo lo veía inocente, ahora quizás no tanto, pero para mí era lo más normal del mundo, sobretodo con mi hermana, con la que me gustaba pasar la mayor parte de mi tiempo, ella nunca se quejaba, al contrario, si me veía mal acomodada me acomodaba mejor para que no me cayera, siempre cuidabamos la una de la otra.
Bruno ya sabía que si encontraba a una encontraría a la otra, así que intentaba "mirar más allá" para poder encontrarnos, no sabíamos aún como lo hacía pero parecía conseguirlo, siempre nos acababa encontrando tras pensar por un rato. Vi como se acercaba a nuestro escondite pero en eso se tropezó con una rama y se cayó haciéndose daño en la rodilla, Julieta  como pudo salió en su ayuda y una vez allí busco algo para protegerle la herida, fuimos a casa y ella solita le esterilizo la herida, así era Julieta siempre se preocupaba por los demás e intentaba curarlos, desde pequeña le había gustado ayudar a los demás y cocinar, aunque no pudiera hacer mucho le encantaba cocinar pequeñas cosas a la altura de sus posibilidades, le quedaban exquisitas eso sí*

  - Os pillé *río mi hermano mientras me golpeaba suavemente el brazo a mi y a Julieta*
  - Jo...no vale eso es trampa *vi como mi hermana respondía con un puchero en el rostro de tristeza, siempre era muy mona cuando lo hacía y a mí me encantaba, pues la veía sumamente adorable*
  - Tranquila Juli, ya me vengaré por ti *reí mientras acariciaba con suavidad su mejilla*
De pronto entró mamá
  - Hijos por favor tenéis que ir a vestiros, hoy va a ser un día importante *nos sonrió* a pesar de todo mi madre siempre había sido una mujer bastante risueña, cosa que...con los años fue cambiando...digamos que fue perdiendo el norte...
Todos asentimos, no sin antes darle un fuerte abrazo y un beso en la frente
Yo subí a mi cuarto, Julieta fue al suyo y Bruno igual, nos cambiamos y nos preparamos para la ceremonia.
Todos estaban reunidos, expectantes, ya que ni ellos tenían muy claro que iba a pasar, mi madre dijo unas palabras y después sonriendo esperó a que tocaramos los pomos. Los tres nos acercamos algo asustados, pero decididos, tocamos el pomo de la puerta y nos rodeamos de una luz amarilla la cual enseguida se apagó dejando unas imágenes de nosotros en la puerta, la de Bruno era algo inquietante la verdad, me asusté algo por ello y entonces lo vi, mi don, un rayo cayó cerca de Bruno, todos se asustaron y entonces una nube se formó en mi cabeza, genial... controlar el clima con mis emociones...sabía que iba a odiar mi don.
Por otro lado la puerta de mi hermana tenía...¿hierbas? Y ella, estaba ¿cocinando? Mi madre hizo que la siguieramos a la cocina, allí le dijo a mi hermana que cocinara algo, ella lo hizo y probaron varias personas, no pasaba nada, solamente se sentían como con más fuerza, pero en eso se comió una Bruno, el cual tenía una herida en la rodilla y la herida...¡¿Se curó?!
Todos se quedaron impresionados y otro con una herida comió y su herida, se volvió a curar, era un don impresionante, tal y como lo era mi hermana, sonreí, estaba contenta por ella y entonces todos me quedaron viendo pues en mi cabeza se había formado un pequeño arcoiris, de verdad odiaba mi don, ya no tenía privacidad...
Bruno por otro lado no sabía que hacer, una curandera del pueblo al ver su puerta sugirió que se colocara dentro de un círculo de arena, ancestralmente los que se colocaban dentro y tenían "poderes" eran capaz de ver el futuro. Hicieron unos preparativos...y mi hermano intentó "ver más allá" , o eso era lo que él decía cuando nos buscaba...
Una fuerte tormenta de arena se desató a su alrededor, sus ojos se volvieron verdes y...unas visiones...raras estaban en la arena de su alrededor, ¿Era yo? ¿Estaba provocando un huracán? No podía ser... Su visión paró y una tablilla verde apareció en sus manos.
Todos me miraron, por qué me miraban así...tenía miedo mucho miedo... Pero a la vez enfado, no me podían mirar así...yo no tenía la culpa de mi don...eso no iba a pasar...una mezcla de emociones se produjo en mi y de pronto empecé a sentir viento, mucho viento, poco a poco en mi se iba formando un...¿Huracán? No lo podía creer todos se alejaban y alguno incluso salía, pero al salir... Al salir veían un gran huracán camino al pueblo...tenía que calmarme y quería, de verdad que quería pero era incapaz de hacerlo...
  - ¡PEPA CÁLMATE YA! *escuché gritar a mi madre, la cual estaba notablemente alterada y asustada, sin embargo lo único que hizo fue alterarme más, el huracán se hizo más grande, y más fuerte*

De pronto sentí unos brazos rodearme por detrás, era ¿mi hermana?, Si era ella, se notaba que le había costando llegar a mi, pues su pelo era un revoltijo por el viento, pero... Aún así...lo había intentado...y de hecho...lo había conseguido...me abrazó fuerte y empezó a acariciarme...
  - Tranquila Pepi, todo va a salir bien...yo estoy contigo...y estaré pase lo que pase...te lo prometo hermanita... *Esas palabras me tranquilizaron y poco a poco sentí como el huracán se iba desvaneciendo, mi hermana estaba consiguiendo calmarme...Después de unos minutos el huracán cesó y por suerte no llegó al pueblo, sin embargo, todos me miraban entre molestos y asustados...
Mi madre no quiso que me diera cuenta pero...luego varios pueblerinos se quedaron hablando con ella, tenían miedo de mi don y del de Bruno, pues yo era peligrosa...y Bruno había previsto una desgracia...tenían miedo de que las atrajera... Vi en el rostro de mi madre agobio, tristeza e impotencia, tuvo que dar miles de explicaciones y promesas, incluso tuvo que darle utilidad a mi don...darle una al de Bruno era algo ma difícil pero al menos consiguió que le dieran una oportunidad...
Supongo que ahí fue cuando mi madre fue perdiendo la sonrisa, incluso ella tenía miedo, y la presión...los reclamos...todo poco a poco fue siendo demasiado para ella...

Dulce pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora