III

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Dió varias vueltas en la cama, tratando de encontrar el sueño. Se quejó frustrado al no conseguir lo que quería. Se levantó, se puso sus chanclas y fue a tomarse algo.

La casa estaba tan solitaria, que reflejaba su alma. La única fuente de luz que había era la Luna, a él no le importaba estar a oscuras, ya sea porque no tenía a nadie para ver o porque tenía demasiada flojera de prender la luz.

Se sentó en el sofá, solo, poniéndose cómodo. Su carpincho se dió cuenta y fue a hacerle compañía, acostándose al lado de él. Lo acarició mientras miraba a la nada pensando en las palabras de Silithur.

...

¡La puta que lo parió! —Revoleó algo contra la pared y luego gritó frustrado, con ansiedad dentro suyo.

Acababa de tener una pelea que marcaría su relación con Gian, hasta incluso terminaría. Fue culpado de haberle robado a la Posha o hasta aún, haber sido el que la desapareció, perdiendo la confianza del Mono, sin embargo, Amilcar no era el culpable.

No había nadie en casa. Solo se escuchaban en eco las quejas del solitario hombre, cuyo nombre ronda por el pueblo Oblivion al ser el principal sospechoso de la desaparición de "La Posha".

Se sentó en un sofá, tomándose de la cabeza y procesando el porqué le pasó esto a él. Si en verdad había hecho algo tan malo para que uno de sus mejores amigos piense que él es el primer culpable.

Gritó, nuevamente

El pecho se le hundió y sus ojos comenzaron a doler. Quería gritar más fuerte. Se le dificultaba respirar al tener un nudo en su garganta.

Las lágrimas cayeron con desesperación.

Cubrió su rostro, a la vez que sollozaba y se perdía en aquel sentimiento de decepción de sí mismo.

No tenía un autoestima alta, todo el mundo lo odiaba a excepción de sus amigos, pero ahora pensaba que ya ni los seres queridos que lo rodeaban iban a seguir queriéndolo. Había caído en un pozo en el cual no tenía fin y estaba en constante bajada, nunca pudiéndose recuperar.

Su ojos se hinchaban con el pasar de las gotas saladas y su alma se encogía del dolor.

"Ya no me importa nada" siempre decía las mismas palabras, nunca las cumplía. Se centraba en lo que le decían los demás, en qué opinaban.

Quería ser alguien memorable, pero sobretodo, quería ser amado.

Tenía muchos amigos, sin embargo, nadie era tan cercano hacia él como para contarle sus inseguridades. Temía en acabar solo al contar sus problemas, en que la gente se canse de él y sus quejas. Le costaba enormemente abrirse con alguien.

Pasos ajenos se escucharon en el lugar, pero él, no le dió importancia. Estaba tan concentrado en sí mismo, en llorar y decepcionarse una y otra y otra vez, que se perdió en su mundo de tristeza.

—¿Ami? —Una voz esperanzadora se escuchó cerca suyo, del cual provenía un acento español marcado. Aquel hombre de sombrero se acercó al muchacho lastimado sentimentalmente, sentándose al lado de él.

...

Despertó, con lágrimas en los ojos. Sus cejas estaban levantadas y su corazón latía igual de fuerte que en el sueño. Llevó la mano a su pecho para "tranquilizarlo". Se secó las lágrimas frescas. Sentía que no era una fantasía creada por su mente, sino algo sucedido.

Quedó sorprendido por lo que acababa de soñar. Bufó al darse cuenta que había abierto los ojos en "la mejor parte", así que los cerró de nuevo con la esperanza de volver a tenerlo.

Memory | Amilcar & SilithurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora